Santa Clara: acto central por el aniversario 50 de la caída del Che Guevara.
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Hace medio siglo, apresado y enfermo, el Che no debió pensar ni por un segundo en futuros homenajes, aun cuando la muerte le respiraba sobre la nuca: «serénese, que usted va a matar a un hombre».

Con una rosa blanca en sus manos, llegó Raúl Castro Ruz, otra vez, al último destino del amigo. Los días tristes calibran la palabra y los afectos de la humanidad. Para los cubanos, el 8 de octubre es, sin duda, uno de esos días tristes.

Sin embargo, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, no solo asistió al cambio de flores en el mausoleo donde reposan los restos mortales del Che y los de su Destacamento de Refuerzo: vino a Santa Clara a presidir el homenaje que los villaclareños, a nombre del pueblo de Cuba, dedicaron a Ernesto Guevara de la Serna.

Cuando la mañana de este domingo ni siquiera se encendía en el cielo, más de 50 mil personas llegaban a su plaza para decirle ¡presente! al Comandante argentino. Tenía 39 años cuando se convirtió en San Ernesto de La Higuera, y pasarían otros 30 antes de que Cuba lo pudiese acoger para siempre. El aniversario de su caída se recordó en su ciudad, entre obreros, mulatos, blancos, negros, niños y jóvenes.

Cincuenta pequeños de primer grado recibieron, de manos de familiares, profesores y autoridades del territorio, el atributo pioneril que oficializa su entrada a la Organización de Pioneros José Martí. Raúl también anudó pañoletas azules y aplaudió el juramento de formar nuevas generaciones guevarianas.

Se alzaron voces en la plaza, con poemas y cantos que lo confirman vivo y eterno. Las estudiantes Leyanis Águila Gatorno y Sara Mary Vega Fortún, de noveno y duodécimo grado, respectivamente, leyeron sendas alocuciones en las que la fidelidad y el compromiso de los pinos nuevos se hicieron latentes, en momentos en los que la Patria necesita, quizá como nunca, del esfuerzo de cada uno de sus hijos. «La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera», dijo el Che el 12 de marzo de 1965.  

El primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, pronunció las palabras centrales del acto, enfatizando en ideas que no habrían de obviarse jamás.

«Lo que no podemos permitir es que se convierta en una consigna vacía. Crecimos sabiéndolo asesinado, siempre en combate, con su último pensamiento para Fidel y para este pueblo que lo quiere como a un hijo. (….) Fidel y el Che estarán siempre presentes porque al compartir sus ideas y su conocimiento profundo sobre las penas del mundo, ambos emergen para librar las batallas por la independencia, la soberanía y la igualdad de los pueblos del mundo».

Con el tema «Hasta siempre, Comandante», de Carlos Puebla, cerró la hermosa jornada que Villa Clara ha dedicado a uno de los hombres imprescindibles de la historia de Cuba y del continente. Juntos, como nos quería, celebramos su vida y perpetuamos su legado. Juntos, como la Patria demanda.