La idea de creación de un Museo Arqueológico Chaná en Victoria, fue una de las novedades dadas a conocer en las primeras jornadas de sobre la preservación del patrimonio arquitectónico desarrolladas en la ciudad.

Si bien, aún faltan muchos aspectos por definir, los bosquejos que ya se está manejando, prevé reunir mucho del material arqueológico que se encentra en manos privadas o en custodia del Estado, en un nuevo ente que le brinde las garantías de seguridad y preservación, como así también que le de el marco necesario para recuperar las incontables piezas dispersas. 
En primera instancia se piensa a la sala Celina Ferro, que se encuentra en el subsuelo del Museo de la Ciudad “Carlos Anadón”, como el espacio físico para contenerlo. Por estos días se estudia la disposición de las piezas, como así también las modificaciones edilicias que se necesitarán para albergar en las condiciones necesarias los restos. En los proyectos a largo plazo se piensa en orientar la visita al Museo Anadón a través de distintos mini circuitos, como por ejemplo uno que permita ingresar por el garaje de la coqueta casona, hacia el patio, y de allí acceder al nuevo Museo Arqueológico. 
Hablar del arqueología Chaná en Victoria, es hablar de Walberto Basaldúa, uno de los principales estudiosos y entusiastas del tema, y dueño de la mayor colección privada local, y que sería quienes aportaría gran parte del material que se exhibirá. Ya se han concretado reuniones con él, tras su regreso a la ciudad, luego de varios años viviendo en España. Hay que decir también, que nuevas legislaciones, obligan a los privados a ceder determinadas riquezas arqueológicas, una vez constituido el órgano, en este caso el museo, al que le compete la guarda de elementos de estas características. 
También hablar del museo arqueológico implica hablar de dificultades. Desde sus orígenes en la planta alta del edificio de calle Italia, donde funciona hoy oficinas de inspección, y que fueran los primero pasos del Anadón, hasta su paso por La Casita, en el parque Pancho Ramírez, todo fue complicado. 
El grupo amigos de la arqueología y paleontológica se negaron a seguir colaborando con la idea de un museo ya que no reunían las garantías mínimas de seguridad, pasando por el penoso episodio que derivó en el desalojo de una persona, que consideraba tener derechos sobre lugar. Tampoco nos podemos olvidar de la gran cantidad de tumbas aborígenes que se descubrieron en la zona de isla y que se destruyeron durante la construcción del puente Victoria – Rosario. 
Las imposibilidades técnicas y de conocimiento del grupo de aficionados a la arqueología, y el desinterés oficial, se sumó al “avance del progreso”, que con dragas y topadores de por medio, pasaron por encima los restos hoy imposibles de recuperar. Por todo esto es que, hay que ser cauto con el futuro del Museo Arqueológico, porque toda su historia hasta ahora ha estado plagada de dificultades, pero lo que no se puede negar es que Victoria debe avanzar para que toda esa riqueza esté al alcance de todos, para conocer esta parte tan importante, y en muchos casos desconocidas, de nuestra historia