Tener salud, bienestar, mantener una buena relación con los demás, un trabajo digno, un hogar estable, o una carrera u oficio promisorio, son todas alternativas “normales”, que nos hacen sentir bien a todos.
¿Es posible lograrlo?
Mediante el cultivo de la espiritualidad, conocemos nuestro interior para saber que estamos dando lo mejor de nosotros y que estamos apreciando lo mejor de cada uno. Esos valores nos dicen claramente quiénes somos y de acuerdo a lo que aceptemos como real y verdadero en la vida, será el resultado de nuestra experiencia.
La espiritualidad nos modela, no solo resolviendo problemas específicos desde el punto de vista social o físico, sino que al mismo tiempo comprobaremos que existe un cambio en las actitudes, en el carácter, en una concepción más espiritual de la vida y la salud.
Existe una alternativa común a todos, y es descubrir que a través de esta experiencia individual, nos transformamos en mejores personas (entre padres, hijos, hermanos, vecinos, a nivel profesional, político y hasta deportivo)
Cada vez hay más evidencias de que una vida espiritual rica tiene un importante impacto positivo en la salud, tanto física como psíquica y emocional.
Y esto se logra mediante la conexión con la fuente de ideas espirituales –los buenos pensamientos- que nos colocan en un lugar donde podemos vivir seguros, libres, individual y colectivamente, sin miedos ni limitaciones de ningún tipo.
Decir no a estas sentencias.
Pensar que siempre hemos sido pobres, enfermos o fracasados, y que no tenemos oportunidades en la vida porque tal vez lo heredamos de nuestros antepasados, es algo que deberíamos dejar de pensar.
Porque estaríamos aceptando algo que no es normal; lo normal es estar bien, y tener todas las cosas para disfrutarlas, incluyendo una buena salud.
Quienes se encargan de engañarnos son los sentidos físicos, y es necesario reconocerlos como una creencia impuesta que pretende atemorizar, frustrar, condenar y limitar la experiencia real de cada uno.
Al orar y conectarnos espiritualmente con nuestro origen verdadero, empezamos a vivir desde una plataforma segura, que nos otorga mayor dominio sobre esas formas de vida que nadie anhela.
En una oportunidad vi por televisión la película titulada “Hércules y el reino perdido”, con Anthony Quinn.
Me llamó la atención una escena en donde aparecían personajes realmente temibles.
Los protagonistas luchan contra ellos y al pegarles fuertemente con una piedra en el rostro, se desvanecían uno a uno, dejando en el piso sólo sus disfraces.
Una reflexión que acompañaba esa escena decía: “Si los enfrentas, no existen”. http://www.divxonline.info/pelicula/11778/Hercules-y-el-Reino-Perdido-1994/
Al igual que las situaciones desalentadoras y precarias, si las enfrentamos como fantasmas que pretenden arrebatarnos la paz, el bienestar y la salud, haremos visible una realidad amena y palpable. ¿Por qué experimentar una “ficción”?
Me quedo pensando en esta reflexión de la escritora norteamericana Mary Baker Eddy: “Los actores del mundo cambian las escenas del mundo; y el telón de la vida humana debiera levantarse sobre la realidad, sobre aquello que va más allá del tiempo; sobre el deber cumplido y la vida perfeccionada, donde la alegría es real e inmarchitable”.
No nos conformemos viviendo mal. Tenemos hoy mismo la alternativa de efectuar un cambio en nuestra manera de pensar.
Depende exclusivamente de nosotros y de un enfoque más espiritual de la vida.

Elizabeth integra el Comité de Publicación de la Ciencia Cristiana en Argentina.
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Facebook: Elizabeth Santangelo de Gastaldi