Desarrollan colorantes naturales a base de hongos que reemplazan a los artificiales. La empresa logró cerrar la ronda semilla más importante de Latinoamérica en biotecnología

michroma_-_founders_x1x_1_crop1678182649335.jpg_1572130063

La startup rosarina Michroma captó una inversión de u$s6.4 millones en la que fue la ronda semilla más importante de Latinoamérica para una empresa de biotecnología. La iniciativa que nació en la ciudad y cuenta con una sede en EEUU, es una de las pocas compañías en el mundo que buscan reemplazar los colorantes artificiales de las comidas por soluciones naturales a base de hongos.

El objetivo inicial de la empresa era obtener u$s5 millones, pero el gran atractivo de la compañía hizo que se sobrecumpliera el objetivo. Si bien la mayoría de los fondos son del país norteamericano, también cuentan con inversores de Suiza, Alemania, Corea del Sur, Hong Kong, Japón y Argentina. 

“Conseguimos más de lo que fuimos a buscar y esto nos va a permitir escalar la producción, crear nuevos productos, como sabores, más allá de los colorantes y esperamos que en dos años podamos salir al mercado”, explica Ricardo Cassini, CEO de la empresa y agrega que actualmente están enfocados en profundizar la etapa de investigación y desarrollo.

Los colorantes sintéticos que se usan actualmente son a base de petróleo y presentan inconvenientes asociados a la salud y al medioambiente»

El equipo detrás de esta tecnología que busca revolucionar el sector alimenticio, está conformado por 21 personas de entre 22 y 42 años y la mayor parte del personal está radicado en Rosario trabajando todos los días en un laboratorio en la Universidad Católica Argentina (UCA). Con planes de mudarse de oficina, piensan en el media plazo duplicar la cantidad de colaboradores y sueñan con consagrarse en un futuro como “la empresa más grande del mundo en alimentos y tecnología”

Michroma, la historia

El inicio de esta foodtech que marcó un hito al recibir el fuerte respaldo económico reciente se remonta a noviembre del 2018, en un evento organizado entre la Universidad Austral y GridX, donde Cassini conoció a Mauricio Braia, doctorado en Biotecnología e investigador del Conicet. El científico acudió para presentar una idea que venía investigando y que consistía en producir colorantes con hongos, los cuales ofrecen mayores beneficios para la salud, ya que los que se usan actualmente en la industria son artificiales y generan daños.

“Mauricio es vegetariano y atento a los orígenes de los alimentos empezó a investigar sobre los colorantes sintéticos. Los que se usan actualmente son a base de petróleo y presentan inconvenientes asociados a la salud y al medioambiente por lo que proponía usar la ciencia para crear impacto”, detalla Cassini.

Luego de ese encuentro entre científicos con emprendedores y empresarios, Cassini dejó sus actividades laborales para sumarse a la idea y darle forma al emprendimiento que si bien sonaba como un proyecto arriesgado desde entonces pudo percibir el gran potencial con el que contaba.

Tal es el caso, que al poco tiempo consiguieron el apoyo clave de la company builder GridX al ser convocados entre 800 postulantes. Esto le abrió las puertas de inversores de todo el mundo, entre ellos a IndieBio, la incubadora de biotecnológicas más grande del mundo. Así fue que lograron la primera inversión importante en la compañía, con un aporte de u$s400.000. Con esa expansión, levantaron una sede en San Francisco, Estados Unidos, pero sin olvidarse de Rosario. 

Nunca pensé que íbamos a llegar tan lejos. Tuvimos momentos de crisis, como cuando haciendo las primeras pruebas en la cocina de mi casa nos dimos cuenta que no iba funcionar. Tuvimos que desechar todo hasta encontrarle la vuelta»

El diferencial con sus competidores

Los colorantes naturales usados actualmente no son del todo sustentables, son caros y además la performance que tienen es regular. La diferencia con Michroma es que producen colorantes a base de hongos filamentosos con tecnología mucho más sustentable que la agricultura. Los mismos son solubles en agua y se pueden aplicar a distintos productos en variadas condiciones sin que se vean afectados. Se cultivan en tanques fermentadores, con lo cual logran una mayor estabilidad al pH y temperatura.

El primer producto de la empresa es un colorante rojo resistente a la temperatura que puede sobrevivir a procesos como la pasteurización y la cocción, entre otros. No obstante, en la empresa, ya se encuentran trabajando en otra gama de tonalidades como el blanco, naranja y el amarillo. Vale destacar que estas dos últimas representan el 90% del mercado alimentario. 

“Nunca pensé que íbamos a llegar tan lejos. Tuvimos momentos de crisis, como cuando haciendo las primeras pruebas en la cocina de mi casa nos dimos cuenta que no iba funcionar. Tuvimos que desechar todo hasta encontrarle la vuelta porque había inversores que ya habían apostado por nosotros”, se sincera el ejecutivo.

Para concluir, la reflexión a la que llega Cassini es en torno al potencial que tienen hoy en día las empresas de biotecnología en el país, con muy buen nivel de profesionales capaces de crear e innovar en proyectos disruptivos de impacto mundial. “La clave es contar con un equipo que lo de todo ya que emprender implica resolver problemas todos los días”, redondea.