La licenciada en trabajo social Susana Owens Miotto, especialista en adicciones, estuvo en Tandil dando una charla titulada “Vínculos, una nueva mirada relacional”, apuntada principalmente a la problemática. Consideró que la falta de límites es una de las causas de este flagelo porque “vivimos en una gran confusión”.
La profesional explicó que trabaja en el abordaje de las familias desde la psicología sistémica, que implica enfocar la problemática “desde los vínculos, desde qué pasa en una familia cuando hay un emergente de una problemática y que uno considera que esa es la persona que tiene la enfermedad o el problema, pero en realidad es un problema familiar y social. Es más complejo, entonces el abordaje de familia haría un proceso de rehabilitación más breve”.
Detalló que “un individuo tiene que estar mucho tiempo para descubrir qué lo llevó a una dependencia o adicción. En cambio trabajando en red todo es más fácil. Aquella persona que manifiesta un tema de adicciones nos está avisando que algo le pasa al sistema, entonces la psicología sistémica viene de la biología”.

Incremento
de los casos

La profesional aseguró que desde lo sucedido en Costa Salguero, en la fiesta electrónica en la que fallecieron varios jóvenes por intoxicación con drogas, la gente “está inquieta y quiere saber”.
Consideró que si bien se trató de una “tragedia”, es positivo que a raíz de eso se generen preguntas y cuestionamientos pero que eso sea “algo sustentable y no una espuma que pasa”.
“Esto es un problema de décadas, no es de ahora. Va llegando a cada ciudad y es un gran mercado de poderes”, sentenció.
Llamó a “mirar más profundo” y no calificar a un joven que consume como alguien que tiene “malas conductas o que delinque”.
En ese sentido, evaluó como imprescindible tener “una mirada económica, política y social. Cada sector tiene que comprometerse, tenemos que trabajar todos, porque está quedando descerebrada nuestra juventud. Esto es terrible”.
En tanto, aseguró que los casos de adicciones “se han incrementado muchísimo en los últimos años. Yo comencé a transitar esto en el año 1991 en Buenos Aires cuando me fui, porque soy de Tandil, estudié en la Unicén. En Buenos Aires entré a trabajar en adicciones en Provincia, y de ese momento a hoy se nota mucho el aumento. Tengo una consultoría privada y un alto porcentaje consume alguna sustancia”.
A su vez, lanzó datos alarmantes como que desde 2008 ya estaban “formándose cuadros interdisciplinarios de sala de cinco años, ya estaban pensando que tenían que abordar en prevención a los nenitos de sala de cinco porque empezaban a beber alcohol en casa o tomarse pastillas o usar el pegamento y no estamos hablando solo de una clase social humilde, carente de algo económico, estamos dándonos cuenta de que los niños están teniendo acceso a muchos estímulos”.
“Un chico a los nueve años ya es un adolescente, todo ha ido cambiando vertiginosamente, y los papás jóvenes no están preparados para darse cuenta de qué hay que hacer”, advirtió.

Falta de
límites

Frente a este panorama, opinó que “creo que una gran falta son los límites. Creemos que poner un límite es decir no te quiero, y justamente es lo contrario. Nos cuesta mucho darnos cuenta de que decirle no a alguien es ayudarlo”.
“La falta de límites es una de las causas de las adicciones porque vivimos en una gran confusión. Entonces si estás confuso, querés probar. Hay gente que ha sufrido mucho y lo usa como un estímulo, otros lo usan como la posibilidad de animarse, como si fuera un comodín, si tomo alcohol me animo a encararme esa chica, si me fumo un porro tengo amigos y la adolescencia que es el momento de la etapa evolutiva en que los papás pasamos a ser tontos y los amigos Superman”.
No obstante, recalcó que “no sólo consume un niño o un adolescente, se consume en general. Entonces, hay que repensar qué tipo de vida queremos, en el individualismo que estamos teniendo y por eso nos sentimos tan solos”.
Agregó que “no me gusta echarle la culpa a ninguna parte, todos estamos comprometidos. El Estado desde su función controladora, de apoyatura, de seguimiento, de que haya ofertas gratuitas porque no todo el mundo puede pagarse un tratamiento, así que el Estado está muy comprometido, pero no podemos desligar que las familias también, las empresas. Si vos estás mal en tu casa, te lo llevás a tu trabajo, es complejo, es un tema que hay que abordarlo de todas las especialidades, y cada uno desde su lugar”, manifestó.

Grandes
mercados
En cuanto a las drogas de diseño, como las que consumieron los jóvenes que murieron, resaltó que “se hacen en hornitos caseros, en distintos sitios, a la vuelta de casa. Empiezan a mezclar distintos químicos y sustancias para ver qué efectos tienen, son casi pruebas de laboratorio, y los chicos son cobayos”.
“La música electrónica produce un gran individualismo, el baile es para con uno mismo. Lo que producen esas pastillas en el organismo son grandes descargas eléctricas, y la música electrónica te golpea en el plexo solar de tal modo que te empieza a drogar, produce químicos tu propio cuerpo. Ni lo mirás al otro, bailás con vos. Estas grandes fiestas son grandes mercados, hay grandes poderes detrás de esto”, denunció.
Además, sostuvo que “en Buenos Aires la venta es en las confiterías, vienen con una bandeja y te ofrecen. Eso significa que estamos haciendo la vista gorda en la familia, en la sociedad y en el Estado. Hay que preguntarse bastante sobre si no tiene costos muy altos”.
Describió que “por eso les llaman de diseño, van mezclando distintas cosas porque buscan nuevas sensaciones, porque esto va al sistema eléctrico del cerebro y produce alteraciones de todo tipo, euforia, gran deshidratación. Yo he tenido casos en la consultoría en los que también toman alcohol los chicos con las drogas de diseño. Es complejo todo esto, porque con el alcohol directamente puede producirse muerte cerebral”.
“Los chicos cuando toman alcohol se sienten que pueden, que son Superman. Son edades difíciles en las que nos creemos eternos. Yo a mis 58 sé que soy finita, un chico a los 18, no”, argumentó.
Pero consideró que el consumo no es mayor de un tipo u otro de drogas, sino que “todas están en la vidriera, es de acuerdo a tu poder adquisitivo, y al móvil qué buscás con cada una. El alcohol te desinhibe, la cocaína te da poder, siempre hablando del efecto inicial, los secundarios son siempre malos. Y las drogas de diseño lo que te hacen es entrar en un gran individualismo, divertirte y divertirte, salirte de la realidad”.
“Afortunadamente, todavía en Latinoamérica no ha entrado la heroína, que está en otros países, en Europa. Es una droga de ida y no de vuelta, porque lo que buscás es desconectarte con la realidad totalmente. Todavía acá eso no llegó”, señaló.
Por otra parte, puntualizó que “hay situaciones muy contradictorias y complejas” y ejemplificó que “una bailarina del Colón con una madre muy exigente tenía pánico escénico y empezó a consumir cocaína para animarse. La cocaína endurece la musculatura, fracasó anímicamente de una manera grave que puede llevar al suicidio, y fracasó frente a su madre”.
“Tenemos que formar grupos, reunirnos, conversar de nuestras dudas, que no nos dé pudor, que nos ayudemos. Por eso somos seres sociales, nadie tiene la verdad. No nos está yendo bien, no nos volvamos familias individualistas, busquemos ayuda, hagamos red, es de la única manera que podemos salir adelante”, concluyó.