Informe publicado en la revista digital Analísis.com
En una de las ciudades más lindas de la provincia, la droga está causando daño al igual que en todas. La cercanía con Rosario y los rumores de la presencia de los grandes narcos rosarinos. La historia de un emblema de la música popular e islera del Delta, El Canoero, detenido y acusado por vender drogas, y su defensa.

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Victoria. Las siete colinas, las islas, el río. El casino, el puente, el desarrollo y el contraste. La Abadía de los monjes benedictinos y el Museo del Ovni. El puerto, la pesca, el campo. Una ciudad pintoresca donde se respira calma y ni el tránsito de la mañana resulta inquietante. Rara vez proviene de Victoria una noticia perturbadora, salvo los incendios en los humedales que ocurren a decenas de kilómetros del casco urbano. Unos 36.000 habitantes viven en una aparente armonía, entre el carnaval y los eventos del calendario católico.

¿Qué se puede indagar sobre el narcotráfico en esta ciudad donde pareciera que no pasa nada?

“Victoria es una ciudad diferente ahora, como la ves de día, la plaza, los pájaros cantando, y a la noche, son dos cosas diferentes”, advierte el periodista del diario Paralelo 32, Santiago Minaglia.

Como en cada rincón de la provincia, la droga ha llegado hace mucho tiempo. Y las consecuencias están también en Victoria, aunque no tan visibles como en otros lugares. La cara del consumo y del narcomenudeo asoma cada tanto cuando ocurre un procedimiento policial con algún detenido. La otra cara, de las operaciones y las inversiones de las bandas narco rosarinas, no han traspasado el umbral del rumor, aunque se trate de un murmullo cada vez más ruidoso.

La provincia de Entre Ríos, como se detalló en el primero de esta serie de informes, sancionó en 2018 la Ley de Narcomenudeo, que ataca al que vende drogas al consumidor. Las Fiscalías de cada localidad se pusieron a investigar, con las áreas policiales de Toxicología, a los vendedores de cada lugar. Algunos de ellos históricos conocidos por desarrollar esa actividad.

 

“Esto, en un primer momento, entiendo yo que tiene una buena repercusión quizás en la comunidad porque se advierte que existe un procedimiento destinado a atacar el flagelo de la venta de drogas, pero bueno, me parece a mí por lo menos en la impresión que tengo, es que ha quedado únicamente ahí el tema del ataque al narcotráfico”, dice el fiscal de Victoria, Eduardo Guaita.

Es uno de los pocos agentes del Ministerio Público que admiten esta falencia, que quizás obedezca más a la carencia de investigaciones a organizaciones delictivas por parte de la Justicia Federal desde mediados de 2018. “Yo entiendo que el ataque al narcomenudeo tendría un buen criterio de política criminal si se encontrara enlazado con investigaciones de las personas que suministran a estos vendedores la sustancia.

Es decir, si fuese una fuente de información para atacar a los verdaderos narcotraficantes. Algunas veces sí el narcomenudeo ataca a personas que tienen un comercio un poco más relevante, en Victoria a las personas que eran conocidas como vendedoras se ha logrado condenarlas, pero la mayoría de los que son enjuiciados por este delito, no son los que realmente hacen la diferencia económica”, agrega el fiscal.

“Vos analizás los grandes problemas de Victoria y la droga está en todos”. Santiago Minaglia, periodista

No obstante, Guaita destaca que a los narcos de siempre en Victoria se logró detenerlos: “Teníamos siete, ocho nombres que siempre rondaban, en la comunidad siempre decía que eran los que se dedicaban a esto, y hoy tienen todos causas, algunos tienen con condenas firmes, otros en trámite. Pero han surgido muchos nuevos, está quedando una franja de personas dedicadas al comercio que no advierto yo que estén siendo investigadas, que son los que están por encima de este último eslabón que es al que nos dedicamos nosotros, y que por ahí están en la etapa intermedia, no son los grandes comerciantes, pero sí tienen una ventaja importante”.

 

El periodista Minaglia detalla: “En Victoria la droga conlleva muchos problemas, muchísimos. Si vemos los suicidios, no quiero decir que los suicidios son por la droga, pero que una de las causas son las adicciones, sí, y hay que analizar esta problemática transversalmente. Otro es la violencia de género, repito lo mismo, no es que la violencia de género sea por las drogas, pero sí tiene que ver. Bueno, esos son dos problemas graves en Victoria. Y otro problema es la quema de las islas, hay una teoría de que podrían estar relacionado el narcotráfico, porque es una vía de acceso, eso es una realidad, se ha encontrado droga en las islas. Entonces, vos analizás los grandes problemas de Victoria y la droga está en todos”.

Demasiado cerca

Hace casi 20 años se inauguraba el puente Victoria-Rosario, que en realidad es la ruta nacional 174 con un puente y una traza vial que une ambas ciudades, una de 36.000 habitantes y otra de 1 millón. Se convirtió en la segunda conexión entre las dos provincias desde 1969 (cuando se inauguró el túnel subfluvial que une Paraná con Santa Fe). Asimismo, en la última década explotó el negocio del narcotráfico en Rosario. La expansión de esas bandas y su alcance a la ciudad de Victoria viene siendo una preocupación más en la ciudadanía que en las grandes investigaciones criminales. Hasta ahora, ha habido causas judiciales donde se comprobó el vínculo de vendedores de droga locales con proveedores rosarinos, entre otras situaciones; asimismo, se observan inversiones inmobiliarias y turísticas de la noche a la mañana que llaman la atención de vecinos. La falta de certezas judiciales, también, lleva a muchos a ver a Los Monos detrás de cualquier vendedor de drogas o de cualquier nuevo millonario que aparezca en la ciudad.

“Yo usaría una paráfrasis muy conocida, diría: ‘Un fantasma recorre Victoria, el fantasma de Los Monos’”, dice Minaglia, con preocupación y gracia al mismo tiempo. Explica: “Bueno, hay que ver cuánto tiene esto de fantasma y cuánto de realidad. Se habla mucho de la supuesta presencia de Los Monos acá, que se han intentado filtrar en la vida institucional. En concreto no hay nada, si le preguntás a la Policía te va a decir que no, que Victoria no es mercado para Los Monos, que no están, que no tienen información. Yo no sé, realmente no lo puedo afirmar, pero en el habla popular y en muchas entrevistas off de record dicen que están o se quieren instalar a veces con éxito, a veces sin, en Victoria. Ese relato está”.

“La mayoría de los que son enjuiciados por este delito, no son los que realmente hacen la diferencia económica”. Eduardo Guaita, fiscal de Victoria

El fiscal Guaita cuenta acerca de los indicios que han surgido en distintas investigaciones en los últimos años: “Han empezado a aparecer algunos vínculos. Hemos tenido casos que, si bien directamente no ha habido droga de por medio, sí sabemos que atrás de la puesta en escena de un hurto o una sustracción de un vehículo, en una amenaza, ha tenido vinculación gente de Rosario en algunas causas que hemos tenido. De a poco va comenzando a aparecer. En Victoria hubo un hecho importante en su momento que hubo, con gente condenada en una la causa que empezó en esta Fiscalía, nos declaramos incompetentes (la causa pasó a la Justicia Federal), ahí estaba claramente el vínculo con Rosario. En general lo que uno sabe es que la droga que se provee viene de Rosario, pero bueno, todavía no tenemos organizaciones, creemos nosotros, trabajando acá, no tenemos esa información”.

Más allá de los rumores, las bandas y Los Monos, hay un panorama preocupante, donde cada uno observa falencias desde su trabajo y su perspectiva.

“Entiendo que crear una ley de narcomenudeo sin hacer una inteligencia, un enlazamiento con el resto de las fuerzas de seguridad como para tener información de esta investigación y lograr investigaciones mucho más amplias y dirigidas a la gente que realmente hace la diferencia, que tiene los beneficios de este espurio comercio que realmente hace un desastre en la comunidad, ahí queda un poco renga la ley y no logra cumplir lo que a mi criterio sería lo indispensable que es atacar a los verdaderos narcotraficantes”, asegura Guaita.

“Vamos a salir del tema policial, la edad de iniciación al consumo es muy baja en todo tipo de drogas, y con la pandemia no hay registro de que eso haya bajado, sino que es peor. No hay lugares en la provincia de rehabilitación de adicciones. Es una problemática social muy grave, más allá del narco en sí, esto es un cáncer para la sociedad de Victoria lamentablemente”, lamenta Minaglia.

El Canoero, su historia

“Que ya no soy pescador, que solo soy un pescau, si sólo yo termino enganchau, y aún así no puedo dejar”, canta El Canoero en La laguna de porcelana. Está en su casa en la ciudad de Victoria, con prisión domiciliaria, fabricando cuchillos artesanales, esperando terminar de cumplir una condena por venta de drogas, y pidiendo que en la segunda causa le crean su verdad: que no vende, nunca vendió, que es un consumidor.

¿Cómo uno de los cantautores más populares del litoral pasa de cautivar en los escenarios al margen de absoluto la sociedad como lo es el sistema penal y la cárcel? Arnoldo Valentini, nombre que quedó solo para su DNI y que siempre quiso cambiarse, recibió a ANÁLISIS, contó su versión, a través de su historia y sus desgracias.

Nació en Chacarita hace 62 años, hijo de médicos, y desde chico encontró su pasión en la música. “Me escapaba por los techos de casa cuando mis viejos dormían y me iba con un amigo, hijo de un verdulero ambulante, andábamos en la calle, de noche, en los bodegones portuarios tocando la guitarra, ganábamos una platita, íbamos a jugar al bowling y volvía a casa antes de que se levanten mis viejos”, recuerda.

Canoa, como lo llaman todos, nunca quiso ser “hijo de”. El deseo de una vida libre de mandatos lo llevó, a los 21 años, a vivir a la isla: “Amaba la isla, la había conocido desde muy chico a través de un tío y en un viaje conozco a una muchacha nativa de la isla que me enamoró. Entonces empecé a frecuentar la isla hasta que me quedé a vivir. Fue mi primera pareja, mi primera esposa y madre de mis cuatro hijos que tengo en Villa Constitución”, cuenta.

“Así empiezan las adicciones. Por curiosidad puede ser, después empiezan a intervenir otros factores, muchos dicen que son excusas”. El Canoero

En 1985 pisó el escenario del Festival de Doma y Folklore de Diamante, fue ovacionado y comenzó una carrera musical que lo llevaría, de la mano de los hermanos Cuesta, a recorrer el país, a grabar discos y a recibir 14 premios nacionales. Su voz y sus letras llegan al corazón del Islero y de todas las poblaciones ribereñas.

A mediados de los 90, en esas una de esas depresiones de toda carrera artística, se dedicó a uno de sus oficios: el de nutriero. Se pagaba 14 dólares el cuero de nutria y muchos isleros y pescadores aprovecharon la fiebre del momento. “No hubo nadie que no se haya hecho, a raíz del durísimo trabajo que es la nutria, de casa, de auto, de lancha con motor, freezer, otro compró vacas, todo el mundo creció y se fue para arriba”, recuerda Canoa.

Volvió a cantar y una tragedia en una ruta fue una bisagra: luego de una actuación en el Teatro Tres de Febrero de Paraná junto a Rubén Juárez, regresaba a Diamante donde había comprado una casa con un crédito hipotecario. Un auto estaba detenido en medio de la ruta 11. “Era de noche y no lo vi”, dice Canoa. Murió un joven que estaba en ese auto. “Todo eso me marcó muchísimo, mi esposa quedó muy mal de una pierna, y bueno yo tuve que irme de casa, ella me pidió que me fuera. Me voy a cazar nutria a Los Toldos”.

Los Toldos es una localidad rural bonaerense, cuyo hito histórico es ser la ciudad donde nació Eva Perón. Un día, en medio del campo, apareció un representante artístico y encontró a Canoa: “Levantá tus cosas que vos sos artista, no sos nutriero, yo te voy a pagar un sueldo para que toques la guitarra, que vuelvas a tocar, actuar, te voy a hacer grabar un disco, bla, bla, bla”, recuerda el cantante que le dijo ese hombre. Vuelve así a San Nicolás, donde tuvo el primer encuentro con la cocaína.

“Me dan para vivir en una oficina de una serigrafía, donde trabajaban unas diez personas, todos los viernes se juntaban a comer un asadito para cerrar la semana. El primer viernes empezaron todos ‘Laura, Laura che, ¿Laura viene?’, Yo pensé ‘estos van a traer una muchacha para divertirse’, y me quedaba esperando. Hablaban medio en secreto. Hasta que por ahí se escuchó ‘vino Laura’, todos contentos. El dueño de la serigrafía me llama aparte y me dice ‘acá somos todos gente grande, nosotros hacemos algo todos los viernes que no queremos hacerlo a escondidas tuya’, y me muestra a Laura que estaba desparramada en 11 líneas como se le dice. Yo no tenía ni la menor idea, 40 años. Me ofreció si quería probar, y dije yo ‘si no pruebo a los 40 años no voy a saber nunca lo que es, me parece que no debe ser esto tan peligroso’… probé”.

“Al fin y en definitiva somos consumidores, yo no soy un delincuente, no tengo revólver ni dos tres kilos enterrados”. El Canoero

“Y así creo que empiezan las adicciones”, dice Canoa, y sigue: “Por curiosidad puede ser, y creo que después empiezan a intervenir otros factores, muchos dicen que son excusas, puede ser que el adicto invente excusas. La mía puede ser, primero, que no soportaba la muerte de un chico, y me echaba la culpa, aunque no la tenía según la Justicia, me echaba culpas por el mal estado en que quedó mi mujer, por la separación, yo la amo. Y después la enfermedad de Horton”.

Se trata de la cefalea de Horton o cefalea en racimos. Un dolor infernal en un sector de la cabeza que puede durar días o meses, luego se resiente durante un tiempo largo, y vuelve a aparecer.

“Se puede dejar, porque se puede, siempre se puede, pero a veces uno no quiere porque por ahí te hace sentir bien, te hace zafar de algún padecimiento. Lo digo en mis canciones, no se lo recomiendo a nadie, siempre hay que buscar otra solución, pero a veces uno no la encuentra y cae en las garras, porque la verdad es un monstruo que corroe el corazón, eso es”, dice Canoa.

El Canoero, su defensa

La primera causa se originó en la Fiscalía de Guaita, en 2020, donde no surgió el Canoero vinculado a las personas investigadas. Luego, al advertirse que había una organización dedicada al tráfico de drogas, se envió el expediente a la Justicia Federal: “El Juzgado Federal de Paraná continúa y logra establecer a Solís, entre ellos, y entra ahí Valentini como uno de los que realizaba las ventas. En esa causa está condenado él, el año que viene vence se extingue su condena”, explica el fiscal.

El Canoa explica: “Acá nos conocemos todos, es una ciudad muy chica, por mi actividad como cantante soy muy conocido, no tengo cerradura, a mi casa entra mucha gente que lleva un asado porque quiere escuchar la guitarra y yo le abro la puerta a todo el mundo. En el caso de Solís, él estando preso me mandó un mensaje, me pide desde la cárcel que le mande canciones mías para escuchar con los pibes. Por supuesto. Así le mando a todo el mundo, yo no soy capaz de vender un disco mío. De esa forma conocí a Solís, a la familia también, de verlos por la calle. A mí me encuentran en un allanamiento tres gramos. No tuvieron que romper la puerta, nada. ¿Esconder eso por qué, si eso es mi consumo? Si yo lo hubiera escondido no hubiera pasado nada”.

Estuvo alojado en la Unidad Penal N° 1 de Paraná durante nueve meses con prisión preventiva. Luego le dan la domiciliaria y así llega al juicio. Lo defendió gratuitamente un abogado que representaba a otros imputados de la causa. “Yo no tengo dinero para pagar, no a un abogado, ni el remís de un abogado”, dice Canoa, y agrega: Tengo más escenarios a beneficio que los que he cobrado”.

“El abogado que tenía esa supuesta banda, me dice ‘lo tuyo es tenencia simple’, vas a salir sobreseído, y yo decía ‘me parece bárbaro, es justo porque no es otra cosa’. Y termina haciéndome firmar un abreviado por cuatro años, porque si no lo firmo me daban siete años ¿qué? Y yo con el miedo de volver a la cárcel, lo firmé porque me convence”.

En 2022 se originó la segunda causa contra el Canoero. La División Toxicología que lo venía investigando allanó su vivienda, encontró bochitas de cocaína y lo arrestaron. “En esta causa, sin vinculaciones con terceras personas, está imputado por narcomenudeo exclusivamente y veremos, está en pleno proceso, está con prisión domiciliaria y pronto a tomar una definición, si se va a juicio o alguna otra definición procesal”, informa el fiscal Guaita.

Canoa da su defensa: “Estando en domiciliaria vuelvo a mi ciclo bienal cada dos años de cefalea de Horton. Es un dolor tremendo, a mí me ataca el ojo, que parece que se va a reventar, uno no soporta ruidos, luz, no puede haber nadie hablando, nadie que se arrime, y se descarga violentamente. Hay gente que se ha suicidado. Sí que puede sonar como una excusa, pero yo que ya conocía la cocaína, y me liberó de algunas cosas, a mí me liberó… y está mal que lo diga, lo sé y me duele decirlo, y sé que es un mensaje horrible, pero que no se tome así, que se tome como que yo no encontré otra solución, porque no hay un tratamiento, no hay un remedio. Simplemente volví a consumir.

 

Cuando entra la Policía a su casa a las 7 de la mañana, estaba afilando cuchillos que debía entregar a las 8. Tenía en su bolsillo los envoltorios con cocaína. Quedó detenido unos días en el hospital, el fiscal lo indagó por narcomenudeo y luego le dieron la domiciliaria nuevamente.

“Al fin y en definitiva somos consumidores, yo no soy un delincuente, no tengo revólver ni dos tres kilos enterrados. Que la Justicia no tome esto como una falta de respeto, simplemente estoy dando mi opinión, espero que se entienda”, pide Canoa.