El intendente de la ciudad de Victoria, Rubén Darío Garcilazo mediante su cuenta de facebook personal hizo llegar a los trabajadores en su día un muy cordial saludo.

Con el deseo de que todos los victorienses podamos desempeñar un trabajo digno que nos permita concretar los proyectos contribuyendo al desarrollo personal  y al crecimiento de nuestra comunidad” fue el deseo del intendente Rubén Darío Garcilazo.

 

Día del Trabajador en la Argentina

El primer acto del Día del Trabajador se realizó en 1890, en el Prado Español de Buenos Aires, y contó con la participación de numerosos movimientos obreros, integrados en su mayoría por inmigrantes alemanes, italianos, españoles y portugueses. Desde entonces se celebra cada 1º de mayo el Día del trabajador.

Años más tarde, Argentina atravesará por distintas instancias en la reivindicación de los derechos de los trabajadores, tanto de hombres como mujeres, reconociéndose estos para ambos.

A partir de la primera presidencia de Juan Domingo Perón (1946-1952), la conmemoración del Día del Trabajador alcanzaría una notable importancia, organizándose celebraciones multitudinarias en todo el país. A raíz de las numerosas reivindicaciones obreras logradas por el peronismo, el 1º de mayo se convirtió en un día emblemático: entre las diversas manifestaciones de entonces se destaca la convocatoria de los obreros en la Plaza de Mayo, quienes llegaban en multitud desde temprano para escuchar el discurso del presidente.

Escribió Felipe Pigna: «En nuestro país cada primero de mayo nuestros trabajadores tomaron las calles desafiando al poder, recordándole que existían y que no se resignarían a ser una parte del engranaje productivo. La lucha logró la reducción de la jornada laboral, las leyes sociales y la dignificación del trabajador. El poder se sintió afectado y en cada contraofensiva cívico-militar como las del 55; 62; 66; 76 y 89 (esta vez a través del voto), pretendieron –y en ocasiones lo lograron, arrasar con las históricas conquistas del movimiento obrero.

Persecuciones salvajes, secuestros, torturas y desapariciones, durante los gobiernos golpistas, amenazas de despidos, rebajas salariales, precarización laboral y la complicidad de algunos dirigentes sindicales, son en los últimos años las armas del poder para mantener y aumentar su tasa de ganancia a costa del sudor ajeno».