El lado bueno de las inundaciones en el delta
Aunque las inundaciones pueden tener en situaciones extremas una connotación negativa, en el delta, en realidad, “son positivas, porque gracias a esta instancia, el delta tiene la productividad y diversidad que le es propia: pesca, apicultura u otras actividades que se relacionan con el funcionamiento hidrológico del humedal”.
El biólogo Roberto Bo, docente, especialista en Ecología de Humedales e investigador al frente del Laboratorio de Ecología Regional de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, señaló que los suelos del delta son hidromórficos, con características particulares, resultantes de estas inundaciones periódicas, por lo que no tienen un desarrollo como los pampeanos, quien afirmó que por eso, “la aptitud de sus suelos no es buena para determinadas prácticas agrícolas. Se corre el riesgo de afectar el funcionamiento ecológico del sistema y quizás, de no garantizar una actividad sustentable, incluso desde el mismo punto de vista productivo”.
Además, agregó que desde hace años viene trabajando en el delta que, técnicamente, “es un macro sistema de humedales, porque está constituido por ambientes de humedal relacionados con la historia geomorfológica y particularmente, con los regímenes hidrológicos diferenciales que también tienen los sectores del delta”.
El científico detalló que los humedales del delta son “básicamente fluviales, lo que significa que existen porque el río –Paraná, Gualeguay, Uruguay y de la Plata, depende el sector, determina que en un momento del agua haya un periodo de agua relativamente alta (o de creciente) y otro bajo, que en algunos casos implican eventos extremos de inundación, anegamiento o sequías”.
Si bien en el delta no es común observar sequías, en los últimos años sí se produjeron situaciones que no son particulares de este sistema, sino que se originaron en todo el país, ahora con El Niño, el panorama es diferente. Y aunque la inundación puede tener en situaciones extremas una connotación negativa, en realidad “es positiva, porque gracias a esta instancia, el delta tiene la productividad y diversidad que le es propia: pesca, apicultura u otras actividades que se relacionan con el funcionamiento hidrológico del humedal”.
El delta, un sistema particular
El delta, desde el punto de vista natural es particular, pero también incorpora a la gente: “es un sistema en el que la gente ha vivido, los aborígenes primero y luego los criollos, y en la actualidad, una población isleña adaptada que realiza actividades. Sus modos de vida, así como las actividades, tradicionalmente estuvieron adaptados al normal funcionamiento del humedal, pero el riesgo actual está relacionado a las actividades productivas que no lo están”.
Una de esas actividades discordantes es la agricultura, ya que en las condiciones actuales implica –por ejemplo- cambiar el régimen hidrológico y construir diques, lo que modifica la circulación del agua y lo que queda dentro y fuera de esta obra. “Al realizar agricultura intensiva se transforma completamente la cobertura vegetal de los ambientes originarios, cambia la dinámica de las comunidades animales y vegetales que están en esos lugares, y también las actividades productivas como la pesca, la apicultura y la ganadería de islas, que terminan siendo influenciadas”.
Los suelos del delta son hidromórficos, con características particulares, resultantes de estas inundaciones periódicas, por lo que no tienen un desarrollo como los pampeanos.
Por eso, la aptitud de sus suelos no es buena para determinadas prácticas agrícolas. “Se corre el riesgo de afectar el funcionamiento ecológico del sistema y quizás, de no garantizar una actividad sustentable, incluso desde el mismo punto de vista productivo”.
La otra cuestión tiene que ver con un término nuevo: la salud ecológica del sistema. “Tiene que ver con el estado del sistema, en relación a lo que se denomina resilencia, que es la capacidad de recuperarse ante determinados disturbios. Por eso, en función de lo que se haga, la capacidad del sistema para recuperarse será mayor o menor. Y eso está relacionado con las posibilidades en el corto y largo plazo”.
No obstante, el científico aclaró que no reniega de la agricultura: “nuestro país es clásicamente agrícola ganadero, pero hay lugares para hacerla. Hay otros en los que se deben valorar sus potencialidades”.
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