Una noche a puro brillo y color, con niños, adultos y ancianos riendo y jugando con espuma, con el sonido acompañando el transitar de las carrozas y por sobre todas las cosas sintiendo el calor de los victorienses disfrutando de su carnaval.
Fue notoria la intervención de los organizadores para encauzar los detalles percibidos en la noche del debut, escuchando las sugerencias de su público y la noche cálida de enero fue el broche de oro justo para tener una noche a puro deleite y diversión.
Caireles y lentejuelas, risas y espuma fueron el común denominador de una noche del carnaval victoriense que dejó a todos deslumbrados y contentos de sentirse identificados con lo que vieron, bailaron y disfrutaron.
Llegó el momento de apoyar nuestra fiesta mayor, llegó el momento de dar el visto bueno a nuestros carroceros que han puesto toda la carne al asador, y acompañar el evento más importante del calendario victoriense, tan autentico y tan nuestro que no podemos permitirnos faltar ni una sola noche.