¿En qué consiste el síndrome del cinturón de seguridad?

Síndrome del cinturón de seguridad, así se conoce a un cuadro de lesiones provocado por el mal uso de el elemento de seguridad más importante en automóviles de los últimos cincuenta años.
¿En qué consiste el síndrome del cinturón de seguridad?

¿Cómo podemos convertir un dispositivo diseñado para salvarnos la vida en algo perjudicial? Bueno, la pregunta es mucho más fácil de contestar de lo que parecía al comienzo, ¿verdad? Somos especialistas en saltarnos las normas que nos resultan molestas. Aunque eso nos pueda costar muy, muy caro. Así ocurre con el síndrome del cinturón de seguridad, un cuadro clínico que puede provocar todo tipo de lesiones, algunas gravísimas, y que afecta principalmente a los niños.

¿Qué es el síndrome del cinturón de seguridad?

Se denomina así a un conjunto de patologías, heridas y lesiones provocadas por el uso del cinturón de seguridad. Cuando ocurre un accidente, la violencia del suceso ejerce en nuestro cuerpo una fuerza descomunal. El cinturón de seguridad evita que salgamos despedidos atravesando el parabrisas o la ventana, arrojándonos a una violenta muerte. Sin embargo, en ocasiones, el esfuerzo para contrarrestar la fuerza que nos lanza hacia fuera es absorbido por algún punto concreto del cuerpo, que no lo soporta y se lesiona. La herida puede quedarse en una simple laceración o pasar a mayores provocando hernias, fracturas, contracturas y dislocaciones o, incluso, heridas abiertas. La incidencia del síndrome del cinturón de seguridad es mayor en niños debido a varias circunstancias. Pero en casi todas las ocasiones, hay una razón para que se de un síndrome del cinturón de seguridad: el mal uso.

turbulencias

Cuando ponerle un cinturón de seguridad al coche era opcional

Desde que se inventó, el cinturón de seguridad ha salvado incontables vidas. La tasas de supervivencia a un accidente se ha incrementado exponencialmente. Eso independientemente del síndrome del cinturón de seguridad que, repetimos, se debe casi siempre a un mal uso. Pero viajemos en el tiempo. En los años 50, el empresario Preston Tucker presentó su «Tucker Torpedo» (conocido así coloquialmente). Aunque el coche fue un fracaso,introdujo muchas de las características modernas de los coches. Entre ellas se encontraba el sistema de seguridad anticolisión: un cinturón. La idea le gustó tanto a Ford que unos años después la tomó prestada y comenzó a ofrecerla como parte de su paquete SafeGuard, que incluía salpicaderos acolchados y otras medidas más seguras para el conductor.

cinturón de seguridad

 

 

El primer coche que montó un cinturón de serie fue el Volvo Amazon, en 1959. Pero entre el cinturón de Tucker y el de Volvo hay bastantes diferencias. Algunas esenciales. A finales de los 50, los informes mostraban que los cinturones de seguridad incluidos en los coches, de dos puntos, provocaban heridas por efecto «cuchillo» y «bisagra» en las vísceras, así como lesiones lumbares severas debido a la mala sujeción o al esfuerzo provocado. Fue precisamente en los 60 cuando se comenzó a acuñar el término síndrome del cinturón de seguridad. Previendo esta problemática, un ingeniero de Volvo, Nils Bohlin, diseñó un sistema de sujeción basado en tres puntos. El que conocemos hoy día. Volvo liberó la patente para que todos los automóviles pudieran incluir este diseño. Efectivamente, el cinturón de seguridad de tres puntos demostró ser eficiente y seguro. Es más, probablemente este dispositivo sea el más importante dentro de la seguridad vial de los últimos cincuenta años.

La paradoja del cinturón de seguridad

Cuando aparecieron los cinturones de forma sistemática ocurrió algo curioso. De pronto la conducción comenzó a hacerse más temeraria. Efectivamente, de pronto la conducción era más agresiva e, incluso, más despreocupada. Este efecto, conocido como la «paradoja del cinturón de seguridad»probablemente se debe a una compensación del peligro por culpa de la sensación de seguridad. Aunque parezca algo sacado de la manga, lo cierto es que los seres humanos tenemos cierta tendencia a tolerar los peligros y tendemos a compensar nuestra capacidad de atención según nuestra sensación de seguridad. Esto ha sido observado en numerosas ocasiones y con diversas prácticas.

Aunque una de las más llamativas, es, precisamente, la conducción. Con la llegada de los semáforos, los cinturones y la homogeneización automovilística, la conducción se ha vuelto mucho más temeraria. Pero aunque haya más accidentes, algo estadísticamente comprensible, el uso de los cinturones ha permitido salvar más vidas que ninguna otra medida. Especialmente con la colaboración del Airbag. Este otro dispositivo complementario, por cierto, nunca debe usarse solo, ya que su efecto está pensado para parar el cuerpo tras haber sido frenado por el cinturón. Sin este, es prácticamente inútil. Incluso peligroso. En conclusión, el problema, desde luego, no está en los cinturones. Ni en la paradoja nin en el síndrome del cinturón de seguridad, no. El problema, como de costumbre, está en el uso que le damos nosotros a las cosas.

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