El cristianismo ha sido el factor fundamental en el desarrollo de Occidente. La creación de las universidades, el tratamiento de muchos temas científicos – sobre todo su aplicación a la producción-,el derecho internacional, la caridad cristiana, la tradición moral cristiana, la viva creencia en la razón, son algunas de las claves del desarrollo de Occidente.

La forma de razonar de manera tal que los conceptos concuerden con la realidad concreta que se analiza, se desarrolló en la antigüedad, de manera progresiva y en varios lugares, pero sobre todo en Grecia. En los tres tomos de la compilación de textos efectuada por Conrado Eggers Lan y Victoria Julia, Los Filósofos Presocráticos (1978), se describen las principales ideas de autores griegos anteriores a Sócrates que se adelantaron en la compresión del universo y que hicieron los primeros ensayos de ciencia y de filosofía.

La filosofía, según ellos, sería el estudio del Universo como unidad y como multiplicidad y llamarían ciencia a otros estudios de validez universal, pero sin referencia al mundo como totalidad. La razón, ese ente que la naturaleza en sí no posee, salvo el hombre, ha sido un factor clave para entender y desarrollar el mundo. Todos conocemos la influencia de pensadores como Sócrates, Platón, Aristóteles y muchos otros, influencia que incluso llega hasta nuestros días. Y no solo griegos sino también de otras regiones, aunque en este artículo estamos refiriéndonos solo al pensamiento y logros del mundo Occidental.

 

Un paso muy importante que se dio en el siglo XII fue el de la creación de las universidades

 

En los primeros siglos de nuestra era, el pensamiento griego no continuó con el mismo empuje que presentó en los cuatro siglos anteriores a Jesucristo y aún antes. Pero se logró un empalme intelectual que, por otros caminos, continuó con el desarrollo de los conocimientos. Cuando se cerró la Academia fundada por Platón en Atenas en el año 529, San Benito, también en el 529, inauguró Montecasino, el primero de los monasterios desde donde se continuó con la obra de estudiar y conservar la sabiduría de Occidente.

Desde el ora et labora de los benedictinos, muchos otros monasterios y organizaciones cristianas perfeccionaron y conservaron la ciencia y la forma occidental de pensar para su trasmisión a las futuras generaciones. Los monjes, en esa época dominada por invasiones muy cruentas, mejoraron e introdujeron nuevos cultivos, copiaron textos antiguos para su conservación, enseñaron técnicas de metalurgia, alojaron a los viajeros en sus hospederías, se ocuparon de los extraviados y hasta inventaron el champan, según la investigación de Thomas E. Woods Jr.

Un paso muy importante que se dio en el siglo XII fue el de la creación de las universidades, con el concepto que tenemos hoy de universidad y fue una creación cristiana. Instituciones que aún hoy conservan un extraordinario prestigio como las universidades de Oxford, Cambridge, Paris, Bolonia, Toulouse y otras, fueron organizadas y dirigidas o protegidas por la Iglesia y reguladas por el Papa desde el siglo XII y los siglos siguientes.

Estas universidades, según Charles Homer Hastkins en su libro The Rise of Universities, iniciadas en la Edad Media poseían un corpus textual obligatorio que los profesores podían ampliar y contaban con programas académicos bien definidos que duraban un número de años determinado según el caso y garantizaban la obtención de ciertos diplomas. Según la Catholic Encyclopedia (1913) en la época de la Reforma había 33 universidades protegidas por cédulas pontificias de los poderes de los príncipes locales y 20 más que, además de tener cédula pontificia, tenían autorización de las autoridades locales.

Se fue comprobando que la verdad podía alcanzarse con la razón: al plantear una cuestión se debían exponer los argumentos contrarios, ofrecer la solución del propio expositor o autor y dar respuesta a las objeciones. Este fue un principio básico desarrollado por la Escolástica.

La idea de que el mundo tiene una estructura racional y de que es posible conocerla mediante el perfeccionamiento continuo de la ciencia florece en las universidades. De estas universidades, fundadas u organizadas por la Iglesia en la Edad Media y luego con su desarrollo natural, han surgido la mayoría de los desarrollos científicos y su aplicación al mundo productivo que hicieron verdaderamente grande a Occidente.

 

Se ha puesto el acento en exponer los errores de la Iglesia con la intención de mostrarla en una forma negativa, sin mencionar los aportes fundamentales que ha realizado a nuestra civilización occidental

 

Solo los Jesuitas, para dar simplemente un caso de organizaciones católicas que se interesaron por temas científicos, se ocuparon de temas como pueden ser el magnetismo, la óptica o la electricidad, perfeccionaron los relojes de péndulo, los pantógrafos, los barómetros, los telescopios reflectores y los microscopios. Fueron los primeros en observar las bandas de colores sobre Júpiter, la nebulosa Andrómeda y los anillos de Saturno. Teorizaron sobre la circulación de la sangre, sobre la posibilidad de volar, sobre la influencia de la luna sobre las mareas, sobre la naturaleza ondulante de la luz. Desarrollaron la lógica simbólica, introdujeron el uso del signo más y menos en las matemáticas italianas, según el libro de Jonathan Wright (2004).

En materia de pensamiento económico me remito al argentino Alejandro Chafuen. En Faith and Liberty: The Economic Thought of the Late Scolastics (Fe y Libertad: El Pensamiento Económico de los Últimos Escolásticos) muestra con muchos ejemplos cómo estos pensadores analizaron y desarrollaron principios económicos fundamentales y que también defendieron la libertad económica y el libre mercado con lo cual queda demostrado que no es correcta la idea de que el libre mercado surgió en el siglo XVIII en un medio anticatólico.

Es amplio el aporte del catolicismo a otras áreas clave del desarrollo del mundo occidental, como el derecho internacional y las instituciones morales de Occidente y también al concepto de caridad católica que cambió al mundo, dado que esta idea de compartir, de ayudar a los demás, es la esencia del catolicismo. El libro de T. E Woods Jr. Cómo la Iglesia Construyó la Civilización Occidental, que tomé como referencia para redactar este artículo, tiene un desarrollo más amplio de todos estos temas.

En el último siglo, y aún desde algo antes, se ha puesto el acento en exponer los errores de la Iglesia con la intención de mostrarla en una forma negativa, sin mencionar los aportes fundamentales que ha realizado a nuestra civilización occidental. Lo más importante es el sedimento positivo que van dejando los aportes de la Iglesia en estos más de 2000 años de su historia. Me siento orgulloso de esos aportes y de los que aún, seguramente, podrá hacer la Iglesia..