María Inés Dionisio (Foto)  evalúa a los aspirantes a conductores; junto a un equipo técnico da charlas formativas sobre educación vial en las escuelas y los fines de semana, comparte el trabajo con otros uniformados en operativos y controles de tránsito. Las múltiples actividades le dan una vasta visión sobre un tópico siempre polémico en la sociedad actual. En el trascurso del diálogo señala un drástico giro de la actitud de los conductores hacia los agentes, para el peor de los ángulos: la falta de respeto y la intolerancia.  Sin embargo, reconoce que hoy es más seguro circular por las calles de la ciudad. ¿Concientización o temor a las multas?

— ¿Cómo era su relación con los conductores cuando comenzó, hace quince años atrás?

_ Muy diferente, la gente respetaba nuestro trabajo. Ahora cuando debemos multar o llamar la atención a algún automovilista o motociclista nos insultan, nos agreden, se enojan con nosotros. No entienden que estamos haciendo nuestro trabajo. Las chicas de 16, 17 o 18 años, las cosas que nos dicen son increíbles, son nenas pero muy mal educadas, se enojan mucho, agreden, insultan de una manera lastimosa.

— ¿Por qué cree que ocurre esto?

_ Salen de sus hogares sin límites, nos encuentran a nosotros que le pedimos que usen casco o que lleven la documentación correspondiente, que les estamos limitando el hacer lo que quieren y se enfurecen.

— Además de los berrinches adolescentes,  por su condición de mujer ¿está más expuesta a la falta de respeto?

_ Cada uno de nosotros, hombres o mujeres, tenemos que ganarnos el respeto. Debemos ser cuidadosos con el trato a las personas, si marcamos  el error o la falta de buen modo, sabiendo sobre el tema, no damos lugar al otro a que falte el respeto. Si lo hace es él quien queda desubicado y nosotros debemos hacer oídos sordos a esos enojos. Y, dando el ejemplo, si somos agentes públicos no podemos transgredir las reglas; si ando en moto debo llevar casco y tratar que mi familia tambien sea coherente con esto, esta es una ciudad pequeña y nos conocemos todos.

— ¿La intensificación de los controles este último tiempo ha mejorado el tránsito local?

_ Muchísimo, se nota en la calle, y en las noches mucho mejor. Hoy podemos decir que son muy pocos los que no cumplen, son tres o cuatro y te diría que podemos hasta identificarlos, los que hacen picadas en costanera y cuando llegamos guardaron los autos. Otros que pasan desafiantes cerca de un control pero luego se esconden. Son tan pocos que lamentablemente cuando nos enteramos de accidentes de moto o auto, no nos sorprenden los nombres de los involucrados.

— ¿Los controles de alcoholemia han  logrado que los conductores bajen el consumo de bebidas?

_ Si y mucho. Hace varios años atrás, en un operativo a diez automovilistas, por lo menos tres o más daban positivo. Hoy de esos diez puede que sea uno o nadie. Ha sido algo muy bueno y la gente a la larga se ha concientizado al respecto.

— ¿Es por convencimiento o tiene que ver con el temor a ser sancionado económicamente?

_ En general, la población responde por el bolsillo más que por la cabeza, sabe que les van a cobrar multas y por lo tanto trata de cumplir. Igual falta mucho. Acá hay muchos conductores que en Victoria manejan como quieren, estacionan en 45 grados, sin preocuparse, pero viajan a Rosario y allí sí saben estacionar, si allí les hacen una multa la pagan callados, en cambio si somos nosotros nos hacen escándalos. Por eso confío en la formación de niños en la escuela, espero que ellos sean los que en un futuro cercano sean responsables de sus vidas y la del otro y respeten las reglas por sí y no porque les van a hacer una multa.

— ¿Qué es lo que más le cuestionan de su trabajo?  

_ A nadie le  gusta que le digan lo que debe hacer, eso nos hace antipáticos. Muchas veces nos cuestionan cuando una nena de quince años tuvo un accidente en moto, porque, dicen, nosotros no la vimos. Digo, si una menor que anda en moto a la cinco o seis de la mañana, la mamá, el papá ¿no saben que andan esa hora en la calle? No podemos ser nosotros los que tenemos que cuidar a los chicos. Por supuesto que nos duele un jovencito accidentado, pero no tenemos que ceder la responsabilidad al otro, debemos ser los padres responsables.

— ¿Qué es lo que menos le agrada de su trabajo?

_Lo más feo es pelear con nuestros propios compañeros de trabajo para que entiendan que no podemos dejar de hacer nuestra tarea. Dentro de la Municipalidad somos como los malos, pero es nuestra responsabilidad. Muchos empleados municipales son incapaces de entender que debemos actuar contra ellos cuando no cumplen las reglas en la calle; pero, bueno,  desde hace un tiempo la mayoría se han puesto en regla.

— ¿Cómo se inició en esta actividad?

_ Hace cerca de 15 años ingresé junto a un grupo de chicas después de algunas semanas de capacitación. “Las naranjitas” nos bautizaron por el atuendo: pollera roja, saco y capelinas muy elegantes pero muy calurosas… además nos dieron unos zapatos con tacos altísimos que nos llenaron de ampollas. Ese fue el primer plantel de mujeres. Luego quedé fuera por varios años. Ahora hace cerca de siete que estoy en planta permanente.

— ¿Por qué eligió este trabajo, si es que pudo elegir?

_ Al principio lo hice como una salida laboral, pero luego con las capacitaciones me empezó a gustar y cuando más aprendía más disfrutaba de mi trabajo.  Hoy, de lunes a viernes realizo las evaluaciones para los futuros conductores y los fines de semana trabajo en la calle junto a mis compañeros. También desde hace un tiempo realizo,  junto a Mónica Casenave, capacitaciones en las escuelas.

— ¿Qué ocurre cuando desaprueba a un candidato a obtener el registro?

_ Las mujeres lo toman naturalmente, se preparan y vuelven. En cambio el varón siempre encuentra excusas, nunca reconoce el error. Pero lo hablamos, somos dos personas que hacemos las evaluaciones, y finalmente entienden.

— ¿Qué edad tienen los candidatos a conductores?

_ De todas las edades, no solo el chico que cumplió la mayoría de edad, sino que gente que anduvo toda la vida sin licencia. Días atrás llegó un hombre que maneja hace diez años en la ciudad sin la habilitación, fue a rendir y se quejó porque no le daban el plástico antes del lunes. “Tengo que andar todo el fin de semana sin licencia” dijo. Muy gracioso.

— ¿Rechazan a muchos candidatos?

_ No, en realidad se intenta buscarles la vuelta para que aprueben, se los ayuda y si les falta se les recomienda qué hacer. Lo que no podemos hacer es entregarles licencias a personas analfabetas. Lamentablemente son muchos los casos de gente joven de entre 25 o 30 años que llegan y cuando les damos los cuestionarios comprobamos que no pueden leerlos, es una pena realmente que suceda eso.

 

Fuente: Paralelo32.com