Muchos negocios, escuelas, oficinas y espacios públicos son centros de recepción de tapitas de gaseosa y agua mineral. ¿Quiénes las recolectan, adónde van las tapitas y qué buena obra se hace gracias a la movida? En el centro de la escena, Destapando Corazones Solidarios y el Hospital Vilela

En los victorienses ya es un hábito: cuando toman una gaseosa, guardan la tapita. En algunas casas hay bolsitas incluso colgadas en algún lugar estratégico de la cocina para juntarlas. Otros son más improvisados, dejan la tapita por algún tiempo en bolsillos o carteras. Al no sumarlas a la basura, se logra cierta conciencia ecológica. Pero en este caso, ese simple gesto permite además una buena obra: las tapitas se venden y el dinero se destina a una buena causa.

Hasta hace un par de años, las movidas solidarias que pedían tapitas en la ciudad solían tener como principal referente al hospital Garraham de Buenos Aires. Entonces arrancó Destapando Corazones Solidarios. Lo que en un principio fue un pequeño proyecto personal de dos amas de casa se convirtió, para sorpresa de sus protagonistas, en una gigantesca movida.

María José y Andrea realizaban una capacitación en coaching ontológico cuando decidieron poner a prueba su proyecto. «Siempre me gustó el reciclaje y pensé por qué no se juntaban tapitas para algún hospital local en vez de mandarlas a Buenos Aires», recuerda María José. A su lado, Andrea, amiga y compañera en esta aventura, asiente: «Nos propusimos juntar un millón de tapitas para el Hospital Vilela, pensando que era muchísimo. Pero a los cuatro meses llegamos al objetivo. Entonces pensamos, ¿por qué no seguir?».

En la primera etapa, los centros de recolección eran unos pocos lugares de la ciudad. El boca a boca hizo que se sumaran diversos negocios, escuelas, oficinas, espacios públicos y la lista continúa. El Cemar, de Moreno y San Luis, se convirtió en uno de los centros de referencia. Si bien en el inicio el acopio se realizaba en las casas de las mujeres pronto se dieron cuenta de que la repuesta las superaba. Llegaron a anular su garage para juntar las bolsas con tapitas, pero no era suficiente. Ya no cabían en sus autos las bolsas cuando pasaban a retirar lo recolectado.

«Solo se pueden vender las tapas de gaseosa y agua mineral, aunque muchas veces la gente aporta otro tipo de tapas. Por eso hay que limpiar y clasificar antes de vender», detallan las impulsoras de Destapando Corazones Solidarios. Al sumar volumen, las tapitas se venden a una empresa local para el reciclado. No es fácil ni simple: recién al llegar a las 500 tapitas se suma un kilo. Y recién cerca de los 20 kilos se pueden comenzar a vender.

Una amiga médica de María José trabajaba en el Hospital Vilela y fue el puente para que las amigas llegaran al efector. Allí, además, conocieron a Diego, a cargo de servicios generales, que las ayuda en la recolección de las tapitas que muchos llevan a la institución. Pero además de centro recolector, el Vilela es fundamentalmente el final de la cadena. Es el destinatario de las donaciones.

Con la primera campaña de recolección de tapitas, el dinero se destinó a la compra de lockers para la sala 1, donde pacientes y familiares pueden guardar sus cosas mientras la internación. Con otra tanda de tapitas se compraron las mesitas, que sirven para apoyar la comida y la bebida, pero muchos chicos usan para poner sus muñecos o juegos. Las futuras donaciones de tapitas, como las que se juntaran en los stands de la Fiesta de las Colectividades, irán directamente a la Fundación Hospital Vilela, que es la que se encarga de coordinar y distrubuir la ayuda que llega a la institución.

«Guardar las tapitas es algo muy chiquito, pero al entregarlas para reciclaje se genera coinciencia ecológica y también con la donación se logra que alguien más se beneficie», remarcan María José y Andrea, felices por lo que se logró en estos dos años y confiadas de que seguirán aportando gracias a la solidaridad de muchos otros rosarinos.

LAS CLAVES DE DESTAPANDO CORAZONES SOLIDARIOS

Destapando Corazones Solidarios. Es una campaña que promueve la donación de tapitas plásticas, solo de gaseosas y aguas minerales. Las tapitas se venden luego para su reciclado. El dinero obtenido en la venta se destina al Hospital Vilela.