“En el origen hubo un hecho de sangre: un adolescente de 17 años mató a su padre, a la mujer legítima de éste y al pequeño hijo de ambos. Sobre la base de esa historia macabra, Celina Murga urdió la trama imaginaria de su nueva película, La tercera orilla, que viene de recibir elogios en Berlín y se estrenará en la Argentina el jueves próximo.

 

“Celina Murga y un drama argentino” es el título del artículo que Verónica Chiaravalli publicó este viernes en diario “La Nación”.
La tercera orilla, ha explicado la directora, es un lugar que no existe ni puede existir: los ríos tienen nacimiento, lecho, desembocadura y sólo dos márgenes. Sin embargo, allí está Nicolás, en ese lugar imposible y a la vez necesario si quiere permanecer dentro del intrincado delta de lazos que unen a su familia. El muchacho es hijo de Jorge e Hilda, hermano de la quinceañera Andrea y del pequeño Esteban, y medio hermano (expresión odiosa, tanto más porque Nicolás lo adora) de Lautaro, un chico de unos diez años, hijo único, a su vez, del matrimonio que integran Jorge y Beatriz. Porque Nicolás, que cursa el último año de la secundaria, vive con sus hermanos y su madre en la clandestinidad de lo que en esa ciudad de provincia es un secreto a voces: Jorge, médico y dueño de un laboratorio, tiene y mantiene a dos familias, una reconocida, la otra no.
Cuando todavía resuenan los ecos de las desbordadas sobremesas en familia de Meryl Streep, Julia Roberts y Juliette Lewis en el film Agosto, Celina Murga presenta un drama cinematográfico a la argentina. Lo filmó en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, provincia donde ella nació. Dice que quería mostrar una idiosincrasia diferente de la que acaso muestran las películas porteñas, y lo logró. La familia que observa su lente presenta una problemática bien criolla. Un cóctel tóxico de machismo, dinero, sometimiento femenino, rígidas convenciones sociales y necesaria agresividad rural. Jorge responde al modelo de padre autoritario y poco comunicativo característico de hace medio siglo. Y no es un mal padre porque juegue el juego pequeñoburgués ni porque descarte en la crianza el discurso infantilizante con el que las clases medias urbanas han conseguido extender la adolescencia de sus hijos más allá de los veinte años. Es un mal padre porque es egocéntrico e injusto. Ubicado en el centro del sistema, no puede imaginar siquiera que es él mismo y no los devaneos de alguna novia díscola la causa de la introversión extrema y la tristeza profunda de Nicolás. Tampoco percibe que a Lautaro no lo entusiama nada la práctica de rugby que él le impone. Y es injusto porque establece una jerarquía brutal. En el hogar oficial hay una hermosa piscina de material en el jardín; en el hogar clandestino se arreglan con una pileta de plástico en el patio. Con la familia legítima hay viaje de vacaciones; con la ilegítima, apenas una escapada de fin de semana a una casa semiabandonada en el medio del campo.
Cuenta Celina Murga que conversó mucho sobre Jorge con Martin Scorsese, su mentor artístico desde hace ya algunos años. Esos diálogos la ayudaron a cincelar un personaje creíble y ambivalente. El drama que plantea Murga no tiene solución. Pero, hábil, la directora sí sabe encontrarle un válvula de escape..”

Cabe recordar que el libro sobre el caso Bressán fue autoría del periodista y escritor Daniel Enz, director y propietario de Semanario Análisis de la Actualidad, y autor de varios libros sobre temáticas entrerrianas. Se lo distingue por sus obras y trabajos de investigación periodística y narrativa.  (Nota de la redacción).
Fuente: Diario La Nación