Por mantener un sistema económico, que “ya no se aguanta más, descartamos a toda una generación”, afirmó el papa Francisco, quien denunció que “las grandes economías mundiales sacrifican al hombre a los pies del ídolo dinero”. 
“Hemos caído en un pecado de idolatría, la idolatría del dinero”, por la que se llega a descartar a los jóvenes, con una desocupación creciente, y a los ancianos porque “ya no producen”, dijo el Papa al diario español La Vanguardia. 
Francisco, de 77 años, habló de “una cultura del descarte” y precisó que “ahora también está de moda descartar a los jóvenes con la desocupación. A mí me preocupa mucho el índice de desocupación de los jóvenes, que en algunos países supera el 50 por ciento”, apuntó el papa argentino. 
“Descartamos a toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta”, aseguró. 
En declaraciones con un marcado tinte crítico hacia el poder económico mundial, el pontífice alertó también sobre los peligros de “una globalización mal entendida que anula las diferencias”, frente a una globalización bien entendida que genere riqueza. 
“Todos unidos pero cada cuál conservando su particularidad, su riqueza, su identidad, y esto no se da”, aseguró. 
En esa misma línea, también guardó un segmento para recordar cómo los desequilibrios económicos crearon bolsones de inmensa pobreza en América Latina, al recibir a los miembros del Consejo de Administración de la Fundación Populorum Progressio para Latinoamérica. 
“Cuánto daño hace la cultura del descarte, la economía de la exclusión y la desigualdad. Lo vemos también en América Latina, donde los desequilibrios económicos han creado bolsas de inmensa pobreza”, recalcó el Papa en ocasión de su reunión. 
Esta fundación, creada por San Juan Pablo II en 1992, para gestionar proyectos en Latinoamérica, depende del Pontificio Consejo Cor Unum, que se encarga de las obras de caridad del Papa, quien en su discurso instó a los cristianos a dedicarse “a la caridad y a la justicia”. 
“Los fieles laicos están llamados a participar en los ámbitos sociales, económicos y políticos para favorecer procesos que permitan erradicar las causas de la desigualdad”, agregó. 
Finalmente y en su declaración a La Vanguardia, Francisco rechazó “la violencia en nombre de Dios” en Medio Oriente o en otras partes ya que, aseguró, “es una contradicción que no se corresponde con nuestro tiempo y lleva a las religiones a contradicciones muy graves, por el ejemplo al fundamentalismo”. 
“Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación a todo el resto”, agregó el pontífice, subrayando que el fundamentalismo tiene una naturaleza “violenta”. 
“Para mí, la gran revolución es ir a las raíces, reconocerlas y ver lo que esas raíces tienen que decir el día de hoy”, observó Francisco en la entrevista cuando se le preguntó si era o no un revolucionario. 
“No hay contradicción entre revolucionario e ir a las raíces. Más aún, creo que la manera para hacer verdaderos cambios es la identidad. Nunca se puede dar un paso en la vida si no es desde atrás, sin saber de dónde vengo, qué apellido tengo, qué apellido cultural o religioso tengo”, sostuvo el Papa.