Así tituló Marcos Peña este domingo un comentario en su muro de Facebook y es inevitable que antes de irme a dormir deje mi parecer escrito casi como catarsis sabiendo que no cambiará nada en el corto plazo pero al menos mitigará el dolor que se siente en las tripas frente a tanto cinismo y perversión.

Los que estudiamos a la comunicación y le damos estatus de ciencia, los que vivimos de la comunicación y lo constituimos como nuestro espacio de militancia política, condenamos públicamente a este gobierno y a cada uno de los funcionarios que repiten como soldados mediáticos un discurso vacío estudiado en laboratorios de marketing, testeados en grupos focales por publicistas que desprecian a la política y la venden como si fueran jabones, automóviles o cualquier otro producto del mercado de consumo.

Administrar la política es administrar un conflicto permanente. Los que tienen todo, quieren más, porque el capitalismo los hace insaciables y los que no tienen nada, quieren algo. No es posible vivir sin la grieta que separa a los propietarios de los desposeídos, a los ricos de los pobres, no somos iguales y por este camino de exclusión la única posibilidad es que la grieta se agigante.

No es inocente el planteo de esconder la exclusión tras una sonrisa de color amarillo PRO, de una palabra moderada que disimula el conflicto que miente deliberadamente, que esconde la operación política utilizando el lenguaje con trampa.

Los que dicen «Creemos en una lógica comunicacional distinta al gobierno anterior» construyen un relato sostenido en los medios de comunicación que responden a los sectores más concentrados de la economía.

Los que dicen «buscamos conversar, no gritar ni imponer. Por eso evitamos los monólogos invitando constantemente al diálogo», solo dialogan con sus cómplices y evitan el disenso.

Los que dicen «Creemos que son centrales los medios de comunicación independientes para el buen funcionamiento de una democracia» combaten a la Ley de servicios de Comunicación Audiovisual y le dan poder ilimitado a los monopolios que concentran la palabra con Decretos de Necesidad y Urgencia.

Los que dicen «Creemos también que las redes sociales, las herramientas de comunicación directa como el teléfono, el email, el contacto mano a mano, son excelentes para poder abrir otras instancias de vínculo directo con los ciudadanos» las utilizan para espiar y condenar con despidos a las personas que piensan diferente.

Los que dicen «Creemos en el valor de la palabra, del pensamiento, de las ideas. Creemos en el valor de la verdad y la realidad» la vaciaron de contenido, la tergiversaron, confundieron e hicieron todo lo contrario que propusieron en campaña. Si tanto valoran el pensamiento y las ideas, la universidad pública argentina no estaría preocupada por el presupuesto para garantizar el funcionamiento y los docentes no tendrían que hacer paro por una propuesta humillante del 15% para recomponer salarios es paritarias.

«Si yo decía lo que de verdad haría nadie me hubiera votado» dijo Menem alguna vez cuando sintió que tenía que dar explicaciones sobre las diferencias entre sus propuestas de campaña y las medidas de gobierno implementadas.

Los que dicen «en estos 12 años nos hemos acostumbrado a que todo parece ser una pelea de suma cero entre posturas irreconciliables» están urdiendo un plan para reducir al estado a su mínima expresión y esconder los avances en las conquistas de derechos de los sectores populares que se sintieron dignos, respetados por un estado fuerte que estuvo a su lado para cuidarlos y no para hacerle pagar el costo del ajuste.

Los que dicen «Creemos centralmente en las personas, en los argentinos. En vos. No te subestimamos. No subestimamos a la gente. No creemos que sea tan fácil engañarlos o mentirles. Sabemos que la mayor parte de los argentinos entiende que recibimos un país con enormes problemas» Ya nos mintieron porque dijeron que no despedirían gente y lo hicieron, que no habría aumento de tarifas y lo hicieron, que no habría persecución política, pero corrieron de los medios públicos a casi todos los periodistas que piensan distinto a este gobierno.

Los que dicen todo esto saben que tienen los días contados, que cuando la distancia entre el decir y el hacer se vuelve antagónica, contradictoria y se transforma en una dualidad opositiva, la palabra muere, y con ella su valor intrínseco. Y cuando todo eso pasa está la fuerza épica de un pueblo cansado de opresión que impulsará un murmullo creciente con todas las voces silenciadas que intentarán recobrar el carácter polisémico de la palabra robada por un gobierno de tecnócratas que solo construye un relato único.

* Director General del Sistema Integrado de Radios de la Uner.
Presidente de ARUNA, Asociación de Radios de Universidades nacionales Argentinas.
Presidente de RRULAC Red de Radios Universitarias de América Latina y el Caribe.