Un estudio publicado en la revista PLoS ONE reveló que perder el sentido del olfato predice fuertemente la muerte dentro de los siguientes cinco años.

Con la premisa de que la nariz «sabe» cuándo la muerte es inminente, la investigación sugiere que el olfato puede servir como referente para conocer el estado general del cuerpo, o como marcador de la exposición a las toxinas ambientales.

Entre 2005 y2006, Jayant Pinto, investigador de la Universidad de Chicago, y sus colegas llevaron a cabo una prueba simple, que implicaba identificar cinco olores comunes (rosa, cuero, pescado, naranja y menta). La cantidad de olores identificados incorrectamente era considerada indicador de pérdida de olfato, y, a más errores, más grave era el cuadro.

Cinco años más tarde, los investigadores rastrearon a muchos de los mismos participantes que pudieron y les pidieron realizar la prueba de olor por segunda vez. Durante el lapso que ocurrió entre los dos estudios 430 de los participantes originales (o 12,5% del total) habían fallecido. De éstos, el 39% que había fracasado la primera prueba de olor murió antes de la segunda prueba, en comparación con el 19% de los que tenían pérdida de olor moderado en la primera prueba, y sólo el 10% de aquellos con un sano sentido del olfato.

En otras palabras, aquellos participantes que no pasaron la primera prueba de olor tenían cuatro veces más probabilidades de morir dentro de los cinco años que los que habían identificado correctamente los cinco olores. Esto se mantuvo cuando otros factores conocidos por afectar el olor –como la raza, el sexo, la enfermedad mental, y el nivel socioeconómico– se tuvieron en cuenta, e incluso más leve pérdida de olfato se asoció con un poco más de probabilidades de muerte inminente.

Así es que la pérdida del sentido del olfato resultó predecir la muerte con mayor precisión que un diagnóstico de cáncer, insuficiencia cardíaca o enfermedad pulmonar. Aun así, los investigadores subrayan que es poco probable que sea una de las causas de la muerte, sino que más bien es un presagio de lo que vendrá. Y sugirieron dos posibles razones por las que esto podría ser así.

Una es que la punta del nervio olfatorio, que contiene los receptores del olor, es la única parte del sistema nervioso humano que se regenera continuamente por las células madre. La producción de nuevas células olfativas disminuye con la edad, y esto se asoció con una reducción gradual en nuestra capacidad para detectar y discriminar olores. Por lo que la pérdida del olfato puede indicar que el cuerpo entra en un estado de deterioro, y ya no es capaz de repararse a sí mismo.

Por otro lado, el nervio olfatorio es también la única parte del sistema nervioso que está expuesta al aire libre. Esa cualidad hace que venenos y otros agentes patógenos lleguen por una vía rápida al cerebro, por lo que perder el olfato podría ser una advertencia temprana de algo que en última instancia puede causar la muerte.

Si bien Pinto y sus colegas no examinaron las causas reales de la muerte de los 430 participantes, creen que esta información sería valiosa para futuras investigaciones. Sin embargo, aseguraron que pese a que la prueba de olor de tres minutos que utilizaron es menos fiable que una evaluación clínica más completa, el vínculo entre la pérdida de olfato y la muerte puede ser aún más fuerte que lo que sus resultados sugieren.

Por último, señalaron que desconocen si los resultados también se aplican a las personas más jóvenes, pero creen que si someten sus pruebas a un análisis más exhaustivo podrían proporcionar una manera rápida de identificar a los mayores que están en riesgo.