Con la llegada del verano y sus altas temperaturas, los victorienses hemos redescubierto nuestras playas. Y los sauces llorones de la ribera o los eucaliptus de las plazoletas superiores, dan cobijo a muchos de los que llegamos hasta allí para poder disfrutarlas junto a muchísimos turistas que han elegido también nuestra ciudad.

Victoria, cuenta hoy con tres complejos playeros, el tradicional Balneario Municipal; a su lado, las manos privadas, con algo de aporte oficial, que amplían la playa y generan en conjunto un hermoso lugar que hoy ofrecen sol, sombras, entretenimientos y la posibilidad de un chapuzón en las marrones aguas de nuestro riacho. A pocos metros de allí, en el predio del Club de Pescadores la ciudad cuenta con otra alternativa donde por un módico precio también se puede disfrutar de la playa y el río.

Desde hace ya varias temporadas la ciudad viene trabajando en la búsqueda de darle vida a la zona, y este año parece haberse logrado el objetivo. Miles de personas se agolpan, fundamentalmente los fines de semana, y allí en una recorrida por el lugar uno puede observar a familias o grupos de amigos que comparten al sol o a la sombra la rueda de mate o tereré, mientras otros intentan sortear rápidamente la caliente arena y llegar a disfrutar con los chicos o solos de las refrescantes aguas del río.

Es casi imposible no tropezar con algo, atraídos por la belleza de esa señora o señorita que broncea sus formas al sol o las mueve cadenciosamente al caminar. Todo se conjuga en un ambiente que a algunos nos despiertan la nostalgia de aquellos años mozos en que el viejo balneario vivía casi de la misma manera.

Hoy la actividad no se limita solamente a las playas sino que vive aguas adentro, remeros, motos de agua, algún velero u otras embarcaciones también le ponen su color al lugar e interactúan con aquellos que se encuentran en tierra firme y no le son indiferentes.

Más arriba hablábamos de nostalgias, y seguramente ese sentimiento es el disparador para que nuestra memoria nos haga recordar el tradicional comedor de “Grete” Zalazar, las jarras de sangrías que acompañaban las charlas en sus mesas, los partidos en el metegol, la mirada de aquella chica o chico que siempre nos gustó, la primera vez en que dos manos se aferran amorosamente, y por qué no aquel primer beso que nunca se olvida.

Hoy ya no está “Grete” pero los balnearios ofrecen una variada cantidad de ofertas gastronómicas y servicios que hacen posible quizás que otras historias comiencen a ganar vida o simplemente brindarnos la comodidad necesaria, para que en ese lugar donde hoy compiten el refrescante aroma de los eucaliptus, con el de las hamburguesas y las tortas fritas, ese día sea verdaderamente placentero.

La Seguridad

El tema de la seguridad en toda la zona balnearia está medianamente resuelto. Por el lado de la Policía, estos han instalado en el corazón mismo de una de las plazoletas una casilla que hace las veces de destacamento, que marcan la presencia policial en el lugar y de esa forma garantizan seguridad y tranquilidad a las personas que allí se dan cita.

Desde Inspección Municipal, también se hace su aporte con la presencia de Inspectores que controlan y ordenan el tránsito y estacionamiento de autos y motos, que es realmente importante en todo ese lugar, brindando protección al peatón.

Por otro lado, Prefectura Naval hace lo suyo. Si bien hemos intentado infructuosamente conocer por ellos mismos de qué manera trabajan y controlan toda la zona de su jurisdicción, no ha sido posible porque las autoridades locales están impedidas de hablar con la prensa, por orden de la superioridad.

De todas maneras y en base a la simple observación, hemos podido apreciar que la fuerza tiene dispuesto un operativo que involucra a dos embarcaciones, una moto de agua y personal que a pie recorre la zona puerto y costanera en turno aparentemente de 12 horas, que van desde las 8 de la mañana a las 20 horas. Son cuestiones simples como ésta las que el periodismo desea preguntar, en la convicción de que las reglas de los años 70 ya fueron derogadas.

Por supuesto que nos quedan algunas dudas sin resolver, sobre todo en lo que hace al control de las embarcaciones y los embarcados, remeros sin chaleco salvavidas, motos de agua o embarcaciones que se acercan a la costa, muy cerca de las boyas demarcatorias, tripulantes que concurren a alguno de los bares del lugar a menguar su sed, donde no falta alguna cerveza y allí algunas preguntas ¿hay control de alcoholemia en el agua?, ¿todos tienen licencia habilitante?, ¿quién y cómo se controla? Estas son otras preguntas que también nos gustaría hacer, que quizás podrían ser elevadas a donde atiende Dios, en Buenos Aires, desde donde se acuerdan de nosotros enviando gacetillas sin que se las pidamos, cuando necesitan convocar a aspirantes o cuando se celebra el Día de la Prefectura Naval.