Los casos de violencia ‘intra’ y ‘extra’ escolar ocupan cada vez más tiempo en las noticias, y en ocasiones se replican en páginas web de medios de comunicación nacional, a través de videos de los mismos alumnos testigos comparten en las redes sociales.

La violencia es sin dudas una manifestación de la sociedad que atravesamos, con sus contradicciones, tanto en los discursos como en las acciones, pero ahondar en qué desencadena estos hechos, puede resultar aún más preocupante. Términos como: ‘¡me miró mal y por eso le tuve que pegar!’, ó, ‘¡a vos querido no te da la cabeza!’, que el alumno escucha de quienes fueron puestos en el aula para estimularlos, suelen transformarse en dardos que se cruzan de margen y golpean contra los valores, tanto de los alumnos como de quienes deberían cumplir el rol de educadores.

Paralelo 32 dialogó con la Supervisora de Nivel Secundario, Prof. Susana Moutounet, sobre el caso puntual de un alumno de la Escuela Agrotécnica, que fue disparador de una problemática dentro de la cual se encuadran estas agresiones escolares. Aquel alumno, del ciclo superior de la escuela Agrotécnica, acompañado de otros, le bajó los pantalones y le pegó un coscorrón a otro de 1º año de Técnica, de tan solo 12 años, como forma de terminar con una provocación verbal que supuestamente el menor había iniciado.

“Me enteré el 5 de mayo por un posteo que la mamá del joven agredido colgó en Facebook y que un medio digital reposteó, referenciando a la escuela de Educación Técnica”, comenzó diciendo la supervisora.

En realidad el hecho ocurrió el 20 de abril, pero la institución inició una investigación que intentaba precisamente dar con las responsabilidades y demás cuestiones que involucraron este comportamiento por parte del alumno. “Lo que le molestó a la mamá fue enterarse por otra vía que no fuera la escuela. Y pensaba que no se estaba haciendo nada el respecto, cuando en realidad había un proceso investigativo en ejecución. Sí hay que reconocer que involuntariamente no se alertó a la madre como es de rutina en el protocolo de acción, y ella tuvo una reacción poco oportuna al interpelar a los chicos, que me reconoció en la reunión que mantuvimos junto a los directivos”, advirtió Moutounet a este Semanario.

En la escuela, y el comedor (lugar donde ocurrió el incidente) hay cámaras que registraron el hecho. Pero con el paso de los días las reacciones tomaron ribetes que desbordaron el ámbito educativo y se llegó incluso hasta la Justicia.

Las instituciones escolares hoy han dejado de lado las amonestaciones como sanción o medida punitiva, y pregonan la importancia de no expulsar del sistema a los alumnos con inconvenientes severos de conducta. Para modificar estas acciones, apelan en cambio a los acuerdos de convivencia, a fin de lograr un resarcimiento ejemplar y a la vez educativo. “Si se va a expulsar a un alumno se plantea su reubicación en otra institución”.

_ ¿Hay diferencia si los hechos ocurren dentro o fuera de la institución?

_ “Las sanciones son distintas, pero el abordaje debe ser el mismo o con mayor profundidad. En cuanto a lo que pasa fuera de la escuela (se ven a menudo videos de golpes entre alumnos en la puerta de las escuelas N.R.) no hay una competencia directa, pero si son alumnos, no se puede mirar para un costado. Por ello aconsejamos que las situaciones de violencia entre chicos, y que las suben como una gracia a las redes sociales, la escuela deba abordarla con los adultos y con los chicos. No importa si pasó a media cuadra, o en la plaza, porque así como el seguro escolar los cubre desde la escuela al hogar, la escuela tiene en este sentido que estamos desarrollando, corresponsabilidad directa”.

Moutounet insiste en este punto ya que “si no, pasa que los chicos no hacen nada dentro de la institución porque saben que son pasibles de sanción, y al salir a la calle actúan desmedidamente. Se recrudece más porque fuera de la escuela están estos otros chicos que arengan a que esa actitud continúe”.

Otros contextos, otras escuelas

La entrevistada insiste en que esta situación de violencia no es ajena a otros contextos escolares, y no depende ni de la matrícula ni del barrio donde está emplazada la institución: “Hay un déficit en la autoridad del docente y en el respeto al otro. Me refiero al respeto mutuo, porque muchas veces se exige a los alumnos, pero nosotros adultos, somos los primeros en no profesar con el ejemplo. Te lo digo con total conocimiento de nombres y apellidos. Es más si les digo ‘que son pobres’, o que ‘no les da la cabeza’ –porque nosotros los docentes lamentablemente usamos esas expresiones–, me pregunto… qué respeto podemos tener de ese alumnado si ya los hemos etiquetado. Como también hay que decir que hay docentes que resuelven muy bien situaciones de conflicto y no tienen dificultades de conducta con sus alumnos, a quienes tratan con respeto. No sé si con amor, con respeto”, insistió.

Moutounet advierte que estos temas ocupan gran parte de su tiempo como supervisora de nivel. “Me ha tocado entrar a escuelas y ser testigo de estos casos, y en la medida de mis posibilidades intervengo para acompañar a los docentes y equipos directivos, uno tampoco puede hacer oídos sordos y decir: ¡total no es mi problema!”.

Por último Moutounet dijo: “aquí es muy importante cómo la escuela aborda las cuestiones de convivencia, tanto de los alumnos como con docentes y directivos. Porque hay escuelas de contextos vulnerables que si bien tienen dificultades, hacen abordajes significativos con respeto y escucha. Con acuerdos claros y monitoreos de esos acuerdos. No hay que ser amigos de los alumnos, y viceversa. Tienen que respetarse”.

 

Fuente: Paralelo32.com.ar