Ya lo decía Aristóteles: somos un animal social.

Pero, además, sociabilizamos con otras especies. Desde el amanecer de la evolución, sumamosanimales a nuestras vidas. Pero no solo como medios de transporte o como bestias de trabajo. También los incorporamos a nuestra «manada», a nuestro núcleo social más básico: la familia.
Las mascotas se han vuelto una parte integral de nuestras vidas. Nos hacen compañía, nos dan –y nos demandan– afecto y, aún cuando algún jarrón estrellado contra el suelo, algún mordiscón en el sofá o demasiados pelos dando vueltas por toda la casa nos hagan rabiar, los amamos irremediablemente.
Por eso, invitamos a nuestros lectores a mostrarnos cómo sus compañeritos peludos les alegran el día. Estos son solo algunos de los cientos que recibimos.