El cineasta Sergio Mazza competirá en la sección “Generation+14” del 65to. Festival de Cine de Berlín con “El gurí”, su nuevo largometraje, que narra la emotiva historia de un niño huérfano que, además de cuidarse a sí mismo, a su abuela y a su hermanita de pocos meses, ayuda a varios de sus vecinos a sobrellevar los dramas que los aquejan en un pequeño pueblo de la provincia de Entre Ríos.

“Esta historia representa una especie de sanación que tiene que ver con mi vida, con la temprana muerte de mi padre, con la relación con mi abuela, con el Festival de Berlín y con mi propio cine. Es una película que, en lo íntimo, me estabilizó de nuevo”, afirmó Mazza sobre la importancia emocional que le otorga a su nueva obra.

En diálogo con Télam, el director de filmes como “El amarillo”, “Gallero” y “Graba” dijo que se sumergió en su propia historia “para contar una película sobre la orfandad y sobre un niño que se queda solo, aunque hubo algunas cuestiones de mi ser artístico que desatendí. Es un filme que apunta a la orfandad pero también a lo sólido que es el vínculo del amor. Tiene que ver con las dificultades que viví en mi niñez”.

La película, que se estrenará mañana en Berlín y volverá a exhibirse otras tres veces entre el miércoles y el viernes, está protagonizada por el niño Maximiliano García, actor debutante y oriundo del pueblo entrerriano de Victoria, donde se filmó la película, a quien acompañan los actores Daniel Aráoz, Sofía Gala Castiglione, Federico Luppi, Belén Blanco y la española Susana Hornos, entre otros.

García interpreta a Gonzalo, un niño abandonado por su madre (una joven prostituta que se alejó de él y su pequeña hermana a causa de una enfermedad terminal), que crece de golpe y debe asumir responsabilidades propias de los adultos, además de ayudar a sus vecinos: un veterinario y su mujer, sumidos en el drama de haber perdido a sus hijos, y el dueño del único bar del pueblo, que acaba de quedar viudo.

La muerte, la soledad y la orfandad familiar y espiritual recorren todo el filme, en el que a pesar del tono decididamente dramático, Mazza -que a diferencia de sus obras anteriores, esta vez puso el acento en lo emotivo más que en una búsqueda estética o en la fuerza de lo visual- deja entrever una luz de esperanza para el protagonista y sus conocidos, al quedar frente a la posibilidad de una vida nueva y difícil, pero mejor.

“Cuando tenía 9 años mi viejo se enfermó de cáncer y a los pocos días murió. A partir de ese momento me quedaron un montón de reflexiones sobre espiar el mundo adulto sumergido en una tragedia, pivoteando entre la desgracia y la vida lúdica del niño. Siempre pensaba dónde iba a vivir y cómo iba a seguir mi vida, y al rato me iba a jugar con mis amigos a las escondidas”, recordó el director sobre las semejanzas con el protagonista del filme.

La muerte, la soledad y la orfandad familiar y espiritual recorren todo el filme, en el que a pesar del tono decididamente dramático, Mazza deja entrever una luz de esperanza


Y añadió: “A mi abuela, con la que yo me quedé viviendo y que es la misma que aparece en el filme, se le murieron los dos hijos, y por eso a mi me tocaba entrar a una casa que estaba siempre de luto, con las luces apagadas, siempre con velas y llantos. Eso es lo mismo que le pasa al gurí en la película: como a mí, no le resulta nada fácil entrar y llevar una vida en una casa en duelo”.

Mazza señaló que alguien le dijo que “los padres queremos más a los hijos que lo que los hijos quieren a sus padres. Pero yo creo que eso es mentira, porque los hijos pensamos en nuestros padres todos los días de la vida. Yo pienso en mi viejo todo el tiempo. Y esos son pequeños datos que puse en la película y que provienen de una reflexión sobre mis propias vivencias, tras la muerte de mi viejo”.

En ese sentido, el cineasta sostuvo que “fue una película muy difícil. No creo que sea mi mejor película, pero a pesar de sus errores creo que es muy profunda. Las otras películas son mucho más estéticas y esta quizás esta no sea tan rica, pero creo que posee un equilibrio natural que hace que tenga un plus que, si bien no sé cuál es, me hizo entrar en Berlín, algo completamente inesperado para mí”.

“Creo que es una película que despierta algunas emociones que le dan un plus que dejan pasar por alto sus errores y falencias. Tiene un aspecto muy emocional, hay muchos conflictos internos, los personajes están llenos de miedos y trabas, y pienso que eso se debe a que yo tenía una familia muy fragmentada y enfrentada entre sí”, abundó.

Más allá de su carácter netamente autobiográfico, y de las posibilidades que tiene de obtener un premio en Berlín, “El gurí” significa para Mazza un punto de inflexión en su carrera cinematográfica, especialmente en la búsqueda de un equilibrio entre sus aspiraciones artísticas -manifestadas en puestas en escena muy meticulosas y estéticas- y esta nueva intención de construir narraciones más cercanas a la emoción.

“Esta película me devolvió al juego otra vez, me hizo volver a las fuentes. Actualmente estoy trabajando en tres guiones y estoy evaluando en cómo será, de ahora en adelante, la mezcla entre una estética impecable y marcada, con una historia narrativamente conmovedora. Mis próximas historias tendrán esto para hacerme reflexionar”, destacó el pintor y cineasta, que hace un año decidió afincarse en Victoria.