Miles de edificios, calzadas o canales ocultos por la selva salen a la luz gracias a la tecnología lídar
Vista área de la ciudad de Tikal, oculta en su mayor parte por la selva y sedimentos. L. AULD-THOMAS Y M. CANUTO/PACUNAM

El láser ha permitido descubrir miles de estructuras levantadas por los mayas y ocultadas por la selva. Usando la tecnología lídar (acrónimo de Laser Imaging Detection and Ranging, detección y localización de imágenes por láser), un equipo de  arqueólogos ha escaneado un espacio de miles de hectáreas donde floreció la civilización maya. No han descubierto ningún nuevo palacio, pirámide o grandes templos como el de Kukulcán o el del Gran Jaguar. Pero la infinidad de edificios, calzadas, canales o murallas cartografiados alumbran toda la grandeza de los mayas, y permitir formarse una idea de cuántos millones vivieron en la región, cómo guerreaban o de su agricultura intensiva.

En 2016 un avión recorrió buena parte de la reserva de la biosfera maya, en Petén (Guatemala). Llevaba a bordo uno de los sistemas lídar más avanzados. Esta tecnología utiliza el láser como si fuera un sofisticado radar: envía pulsos de luz que, al rebotar, permiten reconstruir una imagen del objeto o estructura que lo ha devuelto. Aquí usaron una máquina capaz de escanear el terreno desde seis ángulos distintos propiedad del Centro Nacional de Mapeo Láser Aerotransportado (NCALM), con sede en EE UU. El lídar barrió una superficie de 2.144 kilómetros cuadrados en torno a una decena de yacimientos mayas.

«La nuestra es la cobertura lídar más grande en la historia de la arqueología», dice Francisco Estrada-Belli, especialista en cultura maya de la Universidad Tulane (Nueva Orleans, EE UU) y coautor del estudio. Aunque no es la primera vez que se usa esa tecnología de imagen en yacimientos de esta cultura, esta expedición ha cubierto 10 veces más extensión y con un detalle no logrado por las anteriores. «Cualquier rasgo que tenga de 50 a 100 cm de ancho y 20 a 50 cm de relieve aparece en nuestros visualizaciones», añade este arqueólogo. Para lograrlo, el lídar emitió más de 33.500 millones de pulsos de láser (15 por metro cuadrado).

El mapa en 3D que han obtenido, cuyos resultados publica la revista Science, incluye 61.480 estructuras. Han localizado desde barrios enteros en algunas de las grandes ciudades mayas, como Tikal, Holmul o Xultún, hasta un centenar de kilómetros de calzadas pavimentadas, pasando por cisternas como la de Tintal que, con 2.000 metros de ancho, podía albergar hasta tres millones de metros cúbicos de agua. Al alejarse del mapa, se descubren también perímetros defensivos de varios kilómetros, centenares de canales para el agua o infinidad de pequeños núcleos rurales conectados por caminos.

Tanta información sobre las infraestructuras humanas ha servido a los investigadores para estimar la población que vivía en la zona del estudio y, extrapolando, en toda esta región maya. Durante el periodo conocido como Clásico Tardío (entre los años 650 y 800 de esta era), en el área cartografiada por el lídar había una densidad de población de entre 80 y 100 habitantes por kilómetro cuadrado. En el centro de las principales ciudades, como Tikal, la densidad debió de alcanzar los 2.000 habitante por kilómetro cuadrado, equiparable a la de muchas ciudades de hoy. En toda la región de las tierras bajas vivirían entre siete y once millones de personas.

Las imágenes del lídar, que fueron revisadas sobre el terreno por varios equipos de arqueólogos, también muestran que los mayas necesitaron de la agricultura intensiva para poder alimentar a tanta población urbana. El sistema tradicional, la milpa, basado en la quema de parcelas para fertilizar la tierra ante la nueva siembra, habría sido incapaz si no fuera por los centenares de canales, muchos de un kilómetro de largo, usados para drenar los humedales que ocupaban la mayor parte del territorio. La investigación ha localizado también 306 kilómetros cuadrados de parcelas en terrazas. Hasta el 17% del territorio que hoy ocupa la selva tiene marcas de un pasado agrícola. Para los autores del estudio, un esfuerzo tal exigiría de una organización y centralización muy avanzadas.

Vista de Tikal, arriba cubierta por la selva, abajo descubierta por lídar.
Vista de Tikal, arriba cubierta por la selva, abajo descubierta por lídar. L. AULD-THOMAS Y F. ESTRADA-BELLI/PACUNAM

«Lídar aporta una visión extremadamente precisa de la geografía y topografía del paisaje. Puede usarse en cualquier tipo de paisaje, pero cuando se aplica al caso particular de los bosques y la selva maya, es como una varita mágica (muy cara) que nos da detalles de los drenajes, montañas, valles, tierras bajas y, lo que es más importante, de grandes yacimientos», sostiene en un correo la directora del Centro de Investigación Mesoamericana de la Universidad de California en Santa Barbara (EE UU), Anabel Ford.

Sin embargo, esta arqueóloga no relacionada con este trabajo y que lleva 40 años estudiando a los mayas recuerda que «las cosas grandes se ven claramente, pero los elementos que aportan los detalles sutiles del uso agrario del suelo y la relación entre la antigua civilización maya y el paisaje necesitan de una mayor verificación» , por lo que tienen que ser confirmados sobre el terreno. Algo en lo que coincide Estrada-Belli: «Siempre se va a necesitar de arqueólogos con experiencia para reconocer los rasgos documentados por el lídar. Y cuantos más datos lídar, más arqueólogos se van a necesitar».

UN ARQUEÓLOGO NECESITARÍA UN SIGLO PARA VER LO QUE LÍDAR EN DOS DÍAS

M.Á.C.

La potencia de la tecnología lídar es tal que está siendo utilizada en actividades tan dispares como la prospección minera o la cartografía de los fondos marinos. Es también un elemento esencial en la conducción y la seguridad de los coches autónomos, que usan lídar para hacerse una composición de lugar instantánea.

«En 18 años logré cubrir 47 kilómetros cuadrados. El lídar cubrió 308 kilómetros cuadrados en unos dos días», dice el arqueólogo Francisco Estrada-Belli. «No me alcanzarían otros 118 años y no lograría el mismo nivel de detalle. Siempre se me escaparían cosas que no vi estos últimos 18 años aún pasando encima de ellas», añade.

Para el especialista en tecnología Lídar del NCALM, el hondureño Juan C. Fernández, «el lídar es la tecnología más efectiva y precisa para mapear la topografía». Entre los usos que tiene están la ingeniería para el diseño de carreteras, el monitoreo del estado y tamaño de los bosques, en geología para el estudio de la deformación de la tierra debido a erupciones volcánicas y terremotos… «En el caso del mundo maya y en específico en las tierras bajas, lo que permite es poder mapear con un nivel increíble de detalle y precisión lo que está oculto por la selva», añade este investigador de la Universidad de Houston.

El Pais