Analistas de todo el espectro político coincidieron en que, si gana el Partido Demócrata, uno de los mayores contrastes en cuanto a la relación con la región será la inmigración. Joe Biden volvería a la política exterior que impulsó en el gobierno de Barack Obama.
El cambio hacia la región como un conjunto vendría de la mano de un objetivo: frenar la influencia económica de China.

El cambio hacia la región como un conjunto vendría de la mano de un objetivo: frenar la influencia económica de China.

Al entrar en la recta final de la campaña estadounidense, los dos candidatos, el presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden, marcan cada vez más sus diferencias en economía, salud, inmigración y política ambiental, pero todo indica que el tan ansiado cambio de la oposición no incluirá a la relación con América Latina, con quien apenas se pronostica un cambio de estilo.

La política exterior suele ser un tema secundario en las campañas presidenciales de Estados Unidos y este año no fue la excepción. Más aún, la relación con América Latina quedó subsumida a solo unas menciones de los tres principales intereses del Gobierno de Donald Trump -Venezuela, Cuba y, en menor medida, Nicaragua- y de la relación con México, su vecino.

Gane quien gane, América Latina no será prioridad en los próximos años.

«Se puede esperar que un presidente como Biden sea mucho más diplomático que Trump, pero siempre está esa duda de hasta dónde esa diplomacia está acompañada de decisiones y acciones»

SILVINA ROMANO, MIEMBRO DEL CELAG

Pero una vuelta de los demócratas a la Casa Blanca y la posibilidad de que recuperen el control del Congreso -el poder del Estado que aprueba las partidas presupuestarias-, podría significar algunos cambios, aunque modestos, en la relación con Venezuela, Cuba, México, Brasil, Colombia, el llamado Triángulo Norte de Centroamérica -El Salvador, Guatemala y Honduras- y, en menor medida, con el resto de la región, la Argentina incluida.

Analistas de todo el espectro político coincidieron en que, si gana Biden, uno de los mayores contrastes en cuanto a la relación con la región será la inmigración. Mientras puertas adentro propuso un proyecto de ley para permitir la naturalización de 11 millones de inmigrantes, hacia afuera del país volvería a la política que impulsó en el Gobierno de Barack Obama.

«Como vicepresidente, consiguió 750 millones de dólares para la Alianza para la Prosperidad en el Triángulo Norte en Centroamérica. El objetivo era trabajar sobre las causas de la inmigración, algo que Trump no priorizó. Biden podría comprometer recursos y tratar de enfrentar los problemas económicos, de seguridad y de cumplimiento del Estado de derecho para ayudar a desarrollar esos países», opinó Michael Shifter, presidente del centro de pensamiento Diálogo Inter-americano, con sede en Washington, en diálogo con Télam.

Silvina Romano, investigadora del Conicet y miembro del Consejo Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) también identificó el Triángulo Norte de Centroamérica como un objetivo central de la eventual política de Biden en la región.

«Los demócratas van a centrarse mucho más en la asistencia para el desarrollo, sobre todo esta zona, aunque es cierto que Obama fue el presidente que más deportó centroamericanos», destacó a Télam la académica.

«Se puede esperar que un presidente como Biden sea mucho más diplomático que Trump, pero siempre está esa duda de hasta dónde esa diplomacia está acompañada de decisiones y acciones que acompañan ese discurso», agregó.

«Si nos preguntamos qué le puede importar a Biden en América Latina, la respuesta siempre va a ser infraestructura y acceso a recursos estratégicos»

SILVINA ROMANO

Shifter también cree que el cambio sería «más de tono y estilo» y, desde un enfoque distinto al de Romano, alertó que «las expectativas en América Latina deberían ser moderadas».

«Un Gobierno de Biden tendrá un enfoque más diplomático y multilateral, con más consultas a América Latina. Pero será limitado lo que pueda hacer porque los recursos serán acotados por la terrible crisis económica en Estados Unidos. Habrá mucha presión para canalizar los recursos dentro del país», explicó el titular de un uno de los centros más influyentes para la política hemisférica en Washington.

El analista, además, descartó «cambios grandes y muy rápidos», si cambia el color político en Estados Unidos, pero sí adelantó que Biden ampliará los temas de la agenda con la región.

«La agenda estará centrada en migración y crimen organizado, pero se empezará a discutir también sobre cambio climático, temas vinculados a la democracia, los derechos humanos y corrupción, todos temas que estuvieron ausentes durante el Gobierno de Trump en las relaciones con aliados como México, Brasil y Colombia», sostuvo.

Desde una visión abiertamente critica a Trump, Shifter pronosticó también cambios leves hacia Cuba -«flexibilizar el envío de remesas y viajes, pero no volver al descongelamiento de Obama»- y un enfoque más multilateral hacia Venezuela.

En este punto, Charles Shapiro, exembajador en Venezuela desde un mes y medio antes del golpe de Estado contra Hugo Chávez en 2002 hasta 2007, no cree que un cambio en la Casa Blanca cambie significativamente el vínculo con Caracas.

«Las sanciones contra los líderes políticos y militares del régimen venezolano continuarán y hasta incluirán a más personas, aunque el Gobierno de Biden seguramente mirará más al Grupo de Río y aprobará un TPS (régimen especial migratorio) para los venezolanos en suelo estadounidense», sostuvo esta semana el diplomático retirado.

«La agenda estará centrada en migración y crimen organizado, pero se empezará a discutir también sobre cambio climático, temas vinculados a la democracia, los derechos humanos y corrupción»

MICHAEL SHIFTER

Finalmente, el cambio hacia la región como un conjunto, incluida Argentina, vendría de la mano de un solo objetivo: frenar la influencia económica de China.

«Trump creó la iniciativa América Crece para tratar de incentivar mejores inversiones e infraestructura en América Latina para contrarrestar la influencia económica de China. Mauricio Claver-Carone estuvo muy involucrado y ahora es el jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Pero los recursos que Estados Unidos asigna a eso no pueden compararse con lo que China está preparado para invertir en la región», explicó Shifter.

Y pronosticó: «Biden podría impulsar una versión similar con otro nombre pero más recursos para demostrar, al menos, que Estados Unidos se toma en serio el crecimiento de China en la región.»

«Las sanciones contra los líderes políticos y militares del régimen venezolano continuarán y hasta incluirán a más personas»

CHARLES SHAPIRO

Romano también destacó la figura de Claver-Carone y su vínculo con la aspiración de Estados Unidos de profundizar su rol en la región.

«No me parece casualidad que esté en el BID porque es el principal banco de desarrollo de la región y las principales inversiones son en infraestructura, un rubro que Estados Unidos disputa con China. Si nos preguntamos qué le puede importar a Biden en América Latina, la respuesta siempre va a ser infraestructura y acceso a recursos estratégicos», concluyó la investigadora.