La depresión es un trastorno mental frecuente que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo, entre un 8 y 12% de la población mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si traspolamos localmente estas cifras se podría decir que más de 4 millones de argentinos sufrirían depresión en algún momento de su vida.

Además, la OMS estima que para 2030 la depresión será la segunda causa de morbilidad en los países de ingresos medios, y la tercera en los de ingresos bajos.

Actualmente, el 72% de los pacientes en tratamiento se encuentra en riesgo de sufrir recaídas. Esta alta tasa se debe a una problemática hoy desatendida por la que muchas personas al finalizar su tratamiento tienen síntomas residuales que impiden que recuperen al 100% la calidad de vida que tenían antes de esta patología.

¿A qué nos referimos con síntomas residuales?

A aquellos síntomas que persisten pese al tratamiento. La evidencia científica demuestra que los síntomas residuales asociados al ámbito cognitivo son un aspecto usualmente dejado de lado en los tratamientos; el mayor esfuerzo suele estar en aliviar y recuperar a los pacientes de las alteraciones emocionales (sentimiento de tristeza, reducción de la capacidad de goce) y físicas (alteración del sueño y pérdida de energía). Los síntomas cognitivos se refieren a la lentitud en el pensamiento, el lenguaje, disminución de la concentración, la incapacidad de tomar decisiones en entornos cambiantes y la disminución en la capacidad de aprendizaje y memoria. El conjunto de algunos de estos síntomas cognitivos representan fallas en la función ejecutiva del paciente, es decir en la función directiva, gerencial y rectora del sistema nervioso, como si fuera el «procesador central» del cerebro que, cuando falla, la persona no logra desempeñarse exitosamente en su día a día.

¿Cómo darse cuenta de la presencia de síntomas cognitivos residuales?

La detección de los síntomas cognitivos fue relegada, muchas veces ni los pacientes ni los médicos los valoran como síntomas, ya sea porque el médico no pregunta y/o el paciente no los reporta. Entonces, el principal obstáculo termina siendo la identificación. El doctor Marcelo Cetkovich, jefe del Departamento de Psiquiatría de INECO y del Instituto de Neurociencias del Hospital Favaloro, advirtió que «estos síntomas se ven con frecuencia en la consulta médica, los pacientes refieren que no se sienten los mismos de antes, les cuesta más sacar adelante las tareas u organizar las actividades cotidianas, particularmente en sus lugares de trabajo».

Identificar estos síntomas es tarea sencilla mediante preguntas simples como por ejemplo:¿Puede usted mantener la atención lo suficiente como para leer un artículo en el diario? ¿Tarda más en organizar sus actividades del día?

Así, ante la sospecha de padecer estos síntomas, es fundamental comunicarlo a su médico tratante quien deberá atribuir el grado de importancia que corresponda y dar inicio al tratamiento. La detección temprana de los síntomas cognitivos incrementan las posibilidades de restituir la calidad de vida del paciente.

Es que si no se trata a tiempo, el rendimiento de la persona puede bajar, aumentando el riesgo de estrés, y por ende afectando su recuperación y aumentando el riesgo de recaída. La probabilidad de que los pacientes depresivos sufran una segunda recaída es del 50%, y con cada nuevo episodio la probabilidad de recaída aumenta significativamente. Además, la depresión deteriora el rendimiento del sistema inmunológico, lo que puede aumentar la probabilidad de contraer otras enfermedades. Detectar a tiempo los síntomas residuales, incluyendo los cognitivos, es la mejor manera de evitar recaídas.

La depresión afecta a las personas independientemente de su edad, género u origen; pero algunos factores sociales, económicos y laborales pueden incrementar el riesgo de generarla.

«LA DEPRESIÓN AFECTA A LAS PERSONAS INDEPENDIENTEMENTE DE SU EDAD, GÉNERO U ORIGEN»

La depresión y el trabajo

Según una Encuesta llamada IDEA (del inglés Impact of Depression in the Workplace in Europe Audit -Auditoría del Impacto de la Depresión en el Trabajo en Europa) realizada por la Asociación Europea de Depresión a 7.000 personas, el 20% de los encuestados había recibido en algún momento un diagnóstico de depresión, y 1 de cada 10 personas faltó al trabajo a causa de esta enfermedad, con un promedio de 36 días perdidos por episodio. Esto equivale a más de 21.000 días de trabajo perdidos en este grupo de personas. Estudios similares realizados en otros países arrojaron cifras también significativas: en Brasil fueron más de 60 días al año con incapacidad laboral por episodio depresivo, en Australia y China más de 15 días, y en México 7 días al año.

Sin embargo, a pesar de la magnitud del problema, casi 1 de cada 3 gerentes informó que no tenían apoyo formal o recursos para tratar con los empleados que tienen depresión, y el 43% solicitó mejores políticas y la legislación para proteger a los empleados.

Una enfermedad con alto costo

Los costos económicos de la depresión son muy altos debido a la pérdida de productividad a causa del ausentismo (baja laboral) y por los días no productivos (trabajar con rendimiento por debajo de lo normal), sin tener en cuenta el sufrimiento que causa en las personas. Los mismos representan más del 50% de todos los costos relacionados con depresión.

Depresión, un estigma en el trabajo

Más del 60% de los trabajadores encuestados declaran que no informarían a su empleador en caso de ser diagnosticados por depresión. La mitad de quienes que han padecido la enfermedad decidieron no informar por considerarla «algo privado que no contarían a nadie» y el 30% por «miedo a poner en riesgo su trabajo».

Desconocimiento sobre los síntomas cognitivos en el trabajo

Los síntomas cognitivos de la depresión provocan un deterioro significativo en el funcionamiento laboral y están presentes en el 94% del tiempo en un episodio de depresión. Sin embargo, la encuesta muestra que el conocimiento de estos síntomas es pobre: cuando se pidió identificar los signos de la depresión, el 57% identificó problemas de concentración, el 44% la indecisión y sólo 33% dijo el olvido. Por el contrario, el 88% identificó el bajo estado de ánimo o tristeza como un signo de depresión.

Respecto de la encuesta, Cetkovich comentó que «los resultados muestran que aún queda mucho por hacer para aumentar la conciencia y el apoyo a los empleados y empleadores en el reconocimiento y manejo de la depresión en el lugar de trabajo. Es un desafío laboral y social que está causando graves daños y que requiere atención inmediata».

Evolución de los tratamientos

Hasta hoy los tratamientos se focalizan en recuperar al paciente de alteraciones emocionales y físicas, dejando un poco de lado los síntomas cognitivos. Sin embargo, este año se aprobó una nueva droga antidepresiva llamada Vortioxetina, desarrollada por el Laboratorio Lundbeck de origen Danés especializado en enfermedades mentales. La Vortioxetina ofrece tanto eficacia antidepresiva como eficacia en el tratamiento de los síntomas cognitivos asociados a la depresión, con un excelente perfil de tolerabilidad.

Este innovador tratamiento devuelve al paciente su calidad de vida para que pueda pensar, concentrarse y decidir como lo hacía antes, sin efectos adversos como la pérdida de interés sexual y el aumento/pérdida de peso. Además, la prescripción de esta nueva molécula es simple: no se necesita ajuste de dosis, puede ser tomada con o sin las comidas y a cualquier hora, y puede suspenderse sin reducción gradual.

La FDA y EMEA ya la aprobaron como antidepresivo eficaz. En Latinoamérica estará disponible próximamente; en Chile ya fue lanzado en octubre de este año.

Con respecto a la llegada de Vortioxetina al país, el director médico de Lundbeck, doctor Eric Wainwright, comentó que «en este momento se encuentra bajo proceso de aprobación de la ANMAT y estimamos que estará disponible para el mercado local en el 2015». Agregó que confían en que los años dedicados a la investigación y desarrollo se verán plasmados en esta nueva droga que sin dudas, «beneficiará a millones de pacientes con depresión, permitiéndoles recuperar su calidad de vida y ayudando a reinsertarse en el mundo laboral y social».