Proteger la microbiota contribuye a la fertilidad femenina
Cuando nuestro ecosistema intestinal no está en equilibrio, los estrógenos que no se necesitan no serán eliminados y continuarán circulando por la sangre.
Poco se sabe acerca de que la microbiota puede afectar la fertilidad y, de acuerdo con los especialistas, en muchas ocasiones la alteración de la microbiota puede indicar que existe una patología previa con una inflamación que permite que crezcan bacterias patógenas susceptibles de afectar los resultados de los tratamientos de reproducción asistida.
Según explicó el doctor Adolfo De Prados, ginecólogo del Equipo Juana Crespo de la ciudad española de Valencia, para entenderlo mejor, se deben tener presentes dos conceptos:
- Microbiota, el conjunto de microbios que se encuentran en nuestro organismo.
- Microbioma, el conjunto de genes y sus metabolitos junto con el huésped (o medioambiente que le rodea) que en este caso somos nosotros.
De acuerdo con el especialista, somos seres formados por conjuntos de microorganismos conformando una unidad ecológica, y en nuestro cuerpo humano hay diez veces más bacterias o microbios que células humanas.
¿El segundo genoma humano?
Es tan importante esa relación de colaboración entre esos microbios y las células humanas que se plantea que el conjunto de la información genética, de la que son portadores estos microbios, se puede considerar el segundo genoma humano.
Según el doctor Adolfo de Prados, en muchas ocasiones esta alteración de la microbiota hace referencia a que existe una patología previa que está produciendo una inflamación y, consecuentemente, permite que crezcan bacterias patógenas susceptibles de afectar a los resultados en los tratamientos de reproducción asistida y, por lo tanto, a la fertilidad.
Uno de los ejemplos más comunes en reproducción asistida es la endometriosis, una enfermedad inflamatoria que afecta a un 15% de las mujeres en edad fértil, en las que ese estado inflamatorio generalizado puede dar lugar a que a nivel endometrial, vaginal e intestinal se esté produciendo una alteración de esa microbiota.
En este sentido, la alteración de la microbiota es una consecuencia de la enfermedad y lo mismo ocurre con los hidrosalpinx (la acumulación de líquido en las trompas).
En estos casos, se va a generar un crecimiento de bacterias patógenas generando una disbiosis y, por tanto, un posible impacto muy negativo en el proceso de implantación embrionaria e incluso en la evolución del embarazo. Y así con los miomas, los pólipos, la adenomiosis (agrandamiento del útero) o, incluso, la celiaquía.
Hace unos cinco años, las líneas de investigación se centraron en la inmunología y en la actualidad se evolucionó hacia el estudio de la microbiota y del microbioma, sin embargo, estas líneas de investigación nos sitúan en estudios que, al día de hoy, no tienen una evidencia demostrada en cualquier tipo de paciente.
Es por eso que el estudio de la microbiota no es una prueba rutinaria de fertilidad al inicio de un tratamiento, sino que más bien se plantea ante un fracaso, es decir, en aquellas pacientes que tras someterse a un tratamiento no han logrado el embarazo: pacientes con aborto y pacientes con fallos de implantación.
Síntomas y procedimiento
Una alteración en la microbiota puede ser asintomática y, no obstante, podría cursar en el flujo vaginal, los sangrados irregulares, el prurito y el dolor leve, mientras que para comprobar esta relación entre la microbiota y la fertilidad, la principal prueba diagnóstica de forma clásica es a través de un cultivo, pero tiene sus limitaciones, ya que lo ideal sería realizar una biopsia guiada por histeroscopia para ver zonas susceptibles.
Tras unos días, se obtiene un informe completo del microbioma uterino, así como de la presencia o ausencia de bacterias patógenas.
“Al día de hoy, no podemos afirmar en qué consiste una microbiota endometrial fisiológica. Podríamos definirla como aquella compuesta por un conjunto de microbios que es tolerante con la implantación y la evolución del embrión, y no con la existencia o ausencia de una bacteria en concreto”, concluyó el especialista, quien es licenciado en Medicina y Máster en Reproducción Humana Asistida por la Universidad de Valencia.