Dos pacientes con accidentes cerebrovasculares volvieron a mover las manos después de una terapia experimental
La universidad de Pittsburgh comenzó a desarrollar electrodos que estimulan la médula espinal. El alcance de una prueba que emocionó a los investigadores.
Dos personas que tuvieron accidentes cerebrovasculares lograron mover las manos nuevamente después de un procedimiento experimental. La sensación fue “como un cosquilleo” y restauró temporalmente las conexiones debilitadas entre extremidades superiores, cerebro y médula espinal.
Heather Rendulic es una de esos dos pacientes. Durante un mes, como parte de un estudio pionero dirigido por investigadores de la universidad de Pittsburgh, pudo maniobrar su brazo discapacitado más fácilmente cuando los pulsos eléctricos estaban golpeando su médula espinal superior.
Rendulic tuvo un derrame cerebral a los 20 años que paralizó el lado izquierdo de su cuerpo. Al igual que muchos sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares, recuperó algo de movimiento forzado, pero su avance pronto se estancó y muchas tareas diarias como atarse los cordones de los zapatos o cortar verduras estaban fuera de su alcance.
Durante años, Rendulic ha estado “viviendo con una sola mano en un mundo a dos manos”, pero ahora ha vislumbrado lo que podría ser posible para algunos pacientes con accidente cerebrovascular, dentro de años, si la estimulación de la médula espinal resulta segura y efectiva.
“Cuando la estimulación está activada, siento que ahora tengo el control de mi brazo y mi mano nuevamente, que no he tenido en más de nueve años”, asegura Rendulic.
“La estimulación se siente como un cosquilleo y nunca es dolorosa, pero lleva un tiempo acostumbrarse, diría yo”, agregó.
Si bien solo se reportan dos casos en el estudio, Rendulic y el otro participante mostraron mejoras claras en la fuerza de agarre, el movimiento del brazo y la destreza de la mano casi inmediatamente después de encender el dispositivo.
El dispositivo consiste en un par de delgados implantes eléctricos metálicos, flexibles como hebras de espagueti, insertados en la parte superior de la médula espinal donde se une con las entradas sensoriales del brazo y la mano.
Cuando se encendieron, los electrodos suministraron pulsos de electricidad a los circuitos espinales que se habían debilitado por un accidente cerebrovascular, pero permanecieron intactos. En lugar de forzar a los músculos a moverse, la corriente pulsada amplifica los mensajes en los circuitos neuronales de la columna vertebral para ayudar al movimiento.
“Queríamos captar estas señales débiles y esencialmente convertirlas en salidas funcionales para que una persona pudiera controlar su propia mano voluntariamente”, revela el ingeniero biomédico y autor principal de la universidad de Pittsburgh, Marco Capogrosso.
Las dos mujeres en este estudio sufrieron diferentes tipos de accidentes cerebrovasculares, pero ambas mostraron mejores movimientos de manos y brazos en diversos grados. Recibieron la forma experimental de estimulación durante cuatro horas al día, cinco días a la semana, durante un período de prueba de un mes.
En una serie de pruebas capturadas en video y con sensores inalámbricos que detectan la contracción muscular, se puede ver a Rendulic levantando su brazo, agarrando una lata de sopa, atrapando bocados de comida con un tenedor, abriendo una cerradura y dibujando formas básicas.
Estos movimientos diestros, combinados con el amplio rango de movimiento del brazo y el hombro, han planteado un desafío mayor que estimular el movimiento de las piernas, dicen los investigadores.
Para sorpresa de los investigadores, algunas de las mejoras en la movilidad duraron hasta cuatro semanas después de que se retiraron los implantes, pero esas ganancias se han disipado desde entonces, dice Rendulic.
“Descubrimos que después de unas semanas de uso, algunas de estas mejoras perduran cuando se apaga la estimulación, lo que indica vías emocionantes para el futuro de las terapias de accidente cerebrovascular”, dice Capogrosso. Esto sugiere la posibilidad de que la estimulación de la médula espinal no solo ayude a la función del brazo, sino que potencialmente restaure una parte de ella si la terapia se usa durante períodos más largos.
La investigación ha sido publicada en Nature Medicine.