Una investigación de la Justicia federal de Entre Ríos finalizó con allanamientos y la desarticulación de una secta, cuando sus líderes buscaban fugarse a Europa. En los operativos fueron rescatados menores de edad. Los arrestados prometían la bendición de Dios, pero en realidad se dedicaban a explotar y reducir a la servidumbre a personas en situación de vulnerabilidad.

La secta «religiosa» que fue desbaratada en las últimas horas tras varios meses de investigación, era conocida como la de «los porteños». Se trata de un matrimonio oriundo de la zona sur del conurbano bonaerense que fue detenido en el Aeropuerto de Ezeiza cuando intentaban irse del país rumbo a España. Cuando los aprehendieron, les secuestraron divisas extranjeras.

Los sospechosos venían siendo investigados desde hace más de tres meses por el Juzgado Federal de Concordia, a cargo de Analía Ramponi, junto con la Fiscalía Federal encabezada por Josefina Minatta. Tras la detención, el operativo se aceleró.

En las primeras horas de esta madrugada, con los cabecillas ya bajo custodia, la Gendarmería Nacional irrumpió en tres domicilios ubicados en la ciudad de Concordia. En un campo ubicado en El Redomón, un paraje recóndito de menos de mil habitantes, fueron rescatadas doce víctimasincluyendo mujeres y menores de edad, confirmó Ámbito.

Allí también se detuvo a otros miembros de la organización que custodiaban a las víctimas: no solo eran los encargados de trasladarlos hacia dentro y fuera del predio cuando los perjudicados recibían autorización, sino que cumplían un rol significativo en el control. En su poder fueron secuestrados los celulares y los DNI de las víctimas, a quienes las despojaban de sus pertenencias al ingresar al lugar.

Coordinadamente, otra brigada de la fuerza federal allanó cuatro domicilios ubicados en la zona comprendida entre Florencio Varela y Berazategui. En ellos, detuvieron a otros supuestos «pastores», que eran quienes se dedicaban a la captación de las víctimas, generalmente jóvenes de bajos recursos en estado de gran vulnerabilidad socioeconómica y con problemas personales.

Según testimonios recopilados en el expediente judicial, «a los chicos les lavaban la cabeza, les hacían creer que Dios les había dado un propósito, y que toda su vida dependía de Dios (…) no les dejaban usar los celulares para contactarse con sus familiares, les decían que tenían que enfocarse en servir a Dios sin distracciones

Una vez que pasaban el primer filtro, en «celebraciones» que se realizaban en esas localidades del conurbano, las víctimas eran convencidas para viajar a internarse en el campo donde finalmente fueron rescatadas. La organización las trasladaba hasta ese predio, que por su ubicación tornaba prácticamente imposible regresar por medios propios, y allí las incomunicaban.

A partir de ese momento, quedaban reducidas a la servidumbre y realizaban trabajos no remunerados que iban desde la limpieza del predio hasta labores de tipo rural. También los obligaban a participar de ferias donde le vendían a gente de la zona la ropa – principalmente de marca – que primeramente recolectaban pidiendo donaciones.

Las visitas de sus familiares eran esporádicas, solo cuando los «pastores» las autorizaban. Los encuentros se producían bajo total supervisión de los líderes, que impedían en todo momento el diálogo privado. Ni siquiera tenían pruritos en hacerlos trabajar delante de sus familiares.

La caída comenzó a gestarse cuando la Justicia Federal autorizó técnicas especiales de investigación que se encuentran expresamente previstas en la ley con el propósito de combatir estos crímenes complejos. La Gendarmería destinó agentes reveladores que, simulando interés en las actividades de la organización, aportaron información certera acerca de los movimientos de los responsables, su modus operandi, la situación y cantidad de víctimas y los mecanismos aplicados a su captación, control y traslado.

Durante la noche, las víctimas, ya rescatadas, fueron alojadas provisoriamente en un predio que el Sindicato de Camioneros habilitó a estos efectos por requerimiento de la Justicia y posteriormente trasladas al Juzgado Federal, donde están siendo atendidas por los equipos del Programa de Rescate para las Víctimas de Trata de Personas del Ministerio de Justicia de la Nación. Los responsables, por su parte, se encuentran detenidos e incomunicados, y en las próximas horas serán citados a declarar ante la Jueza Federal de Concordia, Analía Ramponi.