Utilizar recursos que incentiven el uso de los sentidos en los niños, favorecerá directamente la activación de circuitos cerebrales, convenientes para el aprendizaje efectivo.
El sistema nervioso central posee la capacidad de recibir información a través de los sentidos. (Foto: Adobe Stock)
El sistema nervioso central posee la capacidad de recibir información a través de los sentidos. (Foto: Adobe Stock)

Los primeros años de vida son claves para el neurodesarrollo porque es el tiempo donde nuestro cerebro es más neuroplástico, y la buena y adecuada estimulación beneficiará nuestras vidas.

En la primera infancia, el cerebro de un niño se encuentra en vías de desarrollo y es a través de los sentidos como el niño va gestando aprendizajes significativos que le permiten brindar una estructura a su cerebro.

En una situación de aprendizaje, un docente puede convertirse en “mago” cuando logra generar la activación de los sentidos en sus estudiantes. Poco a poco, asociarán el órgano del cuerpo a la sensación que produce y valorarán la importancia de poder sentir a través de ellos.

Utilizar herramientas didácticas que incentiven el uso de los sentidos, favorecerá directamente la activación de circuitos cerebrales convenientes para el aprendizaje efectivo.

El sistema se llama somatosensorial y es el responsable de la puerta de ingreso de la información del entorno al sistema nervioso, de la gran gama de informaciones que conforma el mundo que nos rodea. Es proporcionada por los receptores sensoriales que detectan estímulos tales como olores, tacto, sonido, luz, dolor, frío, calor, etcétera.

La ejercitación sensorial es la forma innata que tenemos de adquirir los conocimientos sensoriales. (Foto: Adobe Stock)
La ejercitación sensorial es la forma innata que tenemos de adquirir los conocimientos sensoriales. (Foto: Adobe Stock)

Nuestro sistema nervioso central posee la maravillosa capacidad de recibir información a través de los sentidos, procesarla y brindar una respuesta adecuada a dicho estímulo.

Nuestros canales sensoriales más conocidos son vista, tacto, gusto, olfato y oído, pero hay más sentidos que determinan la regulación de la conducta, y que brindan información interna del cuerpo: propioceptivo, vestibular e interoceptivo.

El sistema vestibular, junto con el sistema propioceptivo, mantiene el tono muscular, coordina automáticamente el movimiento del cuerpo, los ojos y la cabeza, sosteniendo un campo visual estable. Es fundamental en la percepción del espacio y en la orientación del cuerpo en relación a este.

Según la conocida educadora María Montessori, “el niño posee una mente absorbente hacia cualquier cosa que exista en su ambiente. Esta es una capacidad mental que lo ayuda a adaptarse mediante la observación y la absorción del ambiente”.

Casi nunca sentimos solo con un sentido. Nuestros sentidos trabajan en equipo para que podamos percibir una imagen completa de nuestras experiencias. Los niños aprenden naturalmente con todos los sentidos. Ellos son los expertos en aprender con los cinco sentidos activos. ¡Les interesa todo e involucran todo!

Muchas veces, en el ámbito del hogar ,no se les permite desplegar ese potencial por miedo a que se lastimen o se rompa algo. Pero el espacio escolar, sobre todo en el nivel inicial, se pueden crear escenarios propicios para ayudar a que los niños consigan implicar tantos sentidos como sean posibles.

La magíster Mónica Valenzuela, especialista en Educación y Gestión Educativa en la UCA, afirma que el Nivel Inicial, a lo largo de la historia educativa en la Argentina, vivió tiempos de avance y retroceso en su desarrollo.

Si se piensa solo en los avances, los primeros fueron el reconocimiento de su carácter educativo, luego la consideración como nivel independiente y, por último, la consolidación como una unidad pedagógica. Sumado a ello, se amplió la obligatoriedad y la universalización del nivel dentro del sistema educativo y comenzó a presentarse como un momento de socialización y preparatorio para la educación básica.

Según la especialista, uno de los aspectos más importantes de estos procesos ha sido la importancia y el lugar que se le ha proporcionado a la estimulación sensorial en la educación infantil.

La necesidad biológica y el deseo de aprender de los infantes están íntimamente ligados a la clara preferencia por “utilizar” la cara, la voz, el tacto, el olor por sobre otras posibilidades. Estas herramientas aumentan la atención, la concentración, y el deseo de aprender; promueven el pensamiento lógico; estimulan la comunicación no verbal y verbal desarrollando relaciones positivas entre pares y adultos.

El aprendizaje a través de la multisensorialidad, una herramienta didáctica poderosa

Contar en la escuela con espacios y ambientes adecuados para que favorezcan las capacidades sensoriales de los pequeños es entender el eje central de la formación integral y única. Estos escenarios de confianza y juego convierten al aprendizaje en posibilidades para cada niño y para el docente una herramienta didáctica poderosa.

¿Qué sucede cuando nuestro sistema sensorial está alterado?

Un desorden sensorial es la dificultad para manejar la información registrada por los sentidos. La especialista en Terapia Ocupacional, María Vivo Freire (M.N. 3.398), especialista en Pediatría e Integración Sensorial, explica que se conoce como Trastorno de la Integración Sensorial o Trastorno del Procesamiento Sensorial, y que puede impactar directamente sobre el aprendizaje, interacción social, desarrollo y en toda la vida diaria del niño.

Es importante comprender que son condiciones neurológicas, en las que al niño se le dificulta percibir y responder de manera adecuada tanto al entorno como a las demandas del propio cuerpo

Para ejemplificar, es sencillo notar que a un niño “inquieto”, al que solemos llamar niño con hiperactividad, le resulta difícil escuchar (registro auditivo), vernos (registro visual) o responder de manera adecuada. No podrá permanecer quieto, prestar atención y concentrarse en las propuestas que se le hagan en el jardín o escuela. No siempre es una cuestión conductual, no siempre el niño “se porta mal”. Cuando ese estado hiperactivo irrumpe en su vida diaria (juego, escuela, deportes, relaciones sociales), es momento de evaluar, entre otras cosas, qué está pasando con su sistema sensorial.

“Es evidente que su sistema nervioso le está demandando moverse para poder regularse y su estado de alerta/calma no lo está ayudando a poder sentarse, prestar atención y, en consecuencia, no tendrá un buen resultado en las actividades cognitivas que se le soliciten”, opina la licenciada Vivo Friere. Y no se trata de que el niño no pueda o no tenga capacidad de resolver lo que se le pide, sino que no puede gestionar toda la preparación anterior que requerimos (sentarnos, acomodarnos, concentrarnos, etcétera) para poder aprender, leer o entender.

Si bien hay condiciones neurológicas que sí suelen estar acompañadas por alteraciones sensoriales, cualquier persona con rendimiento típico seguramente tenga alguna característica en su sistema sensorial que podemos detectar: molestia de prendas o texturas, o de las etiquetas de la ropa, disgusto por ensuciarse o tener manos pegoteadas, hipersensibilidad en los pies con la arena, el césped, ruidos elevados, o mismo las personas que hablan muy fuerte, o aquellas que parecen no escuchar y, sin embargo, no tienen dificultades auditivas sino de registro, aquellos quienes necesitan mascar chicle para concentrarse o morder la lapicera, quienes no toleran subir una hamaca o elevarse del suelo en altura, y, cómo éstos, muchísimos ejemplos más.

Debemos comprender que muchas personas pueden resolver estos desajustes con recursos propios sin siquiera notarlo. Pero muchas otras no. Por eso es de vital importancia que cuando detectamos alguna conducta que impacta en la vida diaria, sobre todo la de un niño, se consulte al pediatra, al neurólogo, y se sugiera una evaluación con un Terapista Ocupacional capacitado en Integración Sensorial.

Realmente uno de los primeros aspectos de maduración cerebral que se produce durante la primera infancia es el desarrollo sensorial. Desde el nacimiento, todos los órganos de los sentidos están ya activos y transmiten señales hacia el cerebro. Del manejo de esta información, se encarga una zona de la corteza cerebral que se denomina corteza de integración y sirve de puente entre las zonas para los distintos sentidos, la corteza motora y la corteza prefrontal, donde están las funciones cognitivas más complejas.

Por este motivo es importante ejercitar todos los sentidos de manera global e integrada. La ejercitación sensorial es la forma innata que tenemos de adquirir los conocimientos sensoriales. Es a través del juego y así experimentan con el entorno y se relacionan con él. Las familias y en la escuela deben propiciar el jugar con cualquier tipo de cosas, tantos objetos cotidianos adaptados a su edad que los puedan tocar, oler, oír, y, al mismo tiempo, que experimentan con el movimiento de su propio cuerpo, para trabajar también la propiocepción.

(*) La autora es Mariela B. Caputo, psicopedagoga, Master en Neuropsicología Clínica y Doctorada en la Facultad de Medicina de la UBA.