Las llamadas enfermedades poco frecuentes (EPF) son alrededor de 8 mil. Causadas en un 80% por una alteración genética, se estima que 6 de cada 100 personas en el mundo nacen con una de ellas. Y el 75% de los casos se presenta en edad pediátrica y muchas son crónicas y ponen en peligro la vida.

Hasta acá, puro número. Y hay más: se denomina EPF a aquellas enfermedades que afectan a menos de 1 cada 2000 habitantes. A nivel mundial, se estima que 350 millones de personas viven con una enfermedad poco frecuente. Y en la Argentina este tipo de patologías afectan a 3 millones 200 mil personas, muchas de las cuales tienen su condición subdiagnosticada, mal diagnosticada o subtratada.

Pero, en el Día Mundial de las Enfermedades Poco Frecuentes, lo que importa es que detrás de todo este «numerío» hay personas, familias enteras que deambulan alrededor de cinco años en busca de un diagnóstico. Y lo peor es que las demoras en el diagnóstico atentan contra un manejo adecuado de la enfermedad y empeoran innecesariamente el estado del cuadro.

Muchas veces, las enfermedades poco frecuentes se esconden detrás de síntomas de enfermedades muy comunes, lo que es un verdadero desafío para su detección y puede llevar a diagnósticos erróneos.

En ese sentido, desde la Fundación Enhué, dedicada a mejorar la calidad de vida de las personas que viven con una enfermedad huérfana, remarcaron que el diagnóstico a tiempo debe dejar de ser «poco frecuente». «Lo poco frecuente debería ser sólo la enfermedad, y no su diagnóstico. Tienen que estar dadas todas las condiciones a nivel nacional para que nadie deambule de profesional en profesional durante años sin recibir un adecuado diagnóstico», manifestó Agustina Bugnard, directora ejecutiva de la fundación.

Es que, en promedio, lleva 4,8 años acceder al diagnóstico adecuado de una EPF. Y cuanto más se tarda en alcanzar el adecuado diagnóstico, el paciente debe ver a más médicos y el proceso se vuelve duro y frustrante. El 40% de estos pacientes recibió al menos un diagnóstico erróneo en su vida.

«EN PROMEDIO, LLEVA 4,8 AÑOS ACCEDER AL DIAGNÓSTICO DE UNA EPF Y EL 40% DE LOS PACIENTES RECIBE AL MENOS UN DIAGNÓSTICO ERRÓNEO»

A las demoras en el diagnóstico muchas veces se suman intervenciones médicas inapropiadas, que incluyen cirugías, tratamientos farmacológicos y otros complementarios, que suelen además representar un incremento evitable de costos elevados para los sistemas de salud.

A partir de la secuenciación del genoma humano y otros avances en la materia, pudo obtenerse un conocimiento mucho más preciso acerca de la genética humana. Eso permitió identificar y poder trabajar sobre múltiples enfermedades de origen genético, para diseñar herramientas terapéuticas específicas.

Las enfermedades lisosomales

La doctora Francisca Masllorens, médica genetista del Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas, refirió que del total de patologías identificadas «hay algunas –afortunadamente, cada vez más– para las cuales la ciencia pudo avanzar y desarrollar tratamientos que mejoran sustancialmente la calidad de vida de los pacientes. Por lo tanto, se vuelve particularmente importante detectar a tiempo a quienes las padecen«.

Éste es el caso de aquellas patologías que se conocen como «lisosomales», producidas por una alteración genética, en la que el organismo no produce determinada enzima, entonces no logra destruir o metabolizar una serie de sustancias químicas que se acumulan en los lisosomas (pequeñas estructuras dentro de la célula). Esta acumulación desmedida produce síntomas y, con el correr del tiempo, deteriora el funcionamiento de variados órganos del cuerpo.

Entre las enfermedades lisosomales podemos destacar tres, especificó Masllorens: «La enfermedad de Fabry, la de Gaucher y la mucopolisacaridosis II. Lo que varía en cada una es la enzima que el organismo no logra producir y en las células de qué órganos se depositan y acumulan las sustancias que no se metabolizan».

En el caso de la enfermedad de Fabry, agregó la especialista, «si no es tratada adecuadamente, existe riesgo elevado de severo compromiso cardiovascular, renal y del sistema nervioso. La variedad de síntomas en esta enfermedad hace que se la confunda con otras afecciones, como artritis reumatoidea, fibromialgia o trastornos neuropsicológicos varios».

Desde la niñez, la mayoría de los pacientes padece dolor en pies y manos, cólicos abdominales y diarreas frecuentes, manifestaciones cutáneas y trastornos en la sudoración.

Esta condición puede tratarse controlando los síntomas y reemplazando la enzima deficiente por medio de lo que se conoce como terapia de reemplazo enzimático (TRE), que, iniciada a tiempo, incrementa considerablemente la posibilidad de evitar un daño temprano y progresivo a los órganos mencionados.

El caso de la enfermedad de Gaucher

Aquí la deficiencia de otra enzima produce la acumulación de las sustancias que el organismo no metaboliza, principalmente en el hígado, bazo y huesos (se presenta con anemia y agrandamiento del hígado y del bazo), aunque en algunos casos también puede llegar a afectar el sistema nervioso.

Existen dos abordajes terapéuticos: el reemplazo enzimático, que sustituye la deficiencia de la enzima ausente, y la terapia de reducción de sustrato, que disminuye la producción de las sustancias de depósito. La mayoría de los pacientes tratados tiene buena evolución y el desafío es evitar el daño óseo que puede generar la enfermedad.

«EN EL CASO DE LAS EPF PARA LAS QUE EXISTE UNA RESPUESTA TERAPÉUTICA SE DEBE TRABAJAR INCANSABLEMENTE PARA QUE NADIE RECIBA SU DIAGNÓSTICO TARDÍA O ERRÓNEAMENTE»

Mucopolisacaridosis II, la tercera lisosomal

Las mucopolisacaridosis son un grupo de siete enfermedades de origen genético de variada presentación clínica y gravedad, que se caracterizan por un defecto enzimático que produce la acumulación en casi todos los tejidos de unos azúcares complejos que, con el tiempo, comprometen la piel, el esqueleto óseo, las articulaciones y los tejidos blandos.

Según detalló Masllorens, entre los principales signos se destacan «articulaciones rígidas, cuello corto, baja talla y abdomen globuloso; también suelen presentarse dificultades de la visión y la audición, problemas en el aparato cardiovascular, compromiso óseo generalizado y afectación del desarrollo intelectual en los casos severos (principalmente en la mucopolisacaridosis tipo II, también llamada síndrome de Hunter)».

En cuanto al tratamiento, varios de los siete tipos de mucopolisacaridosis identificados disponen de alternativas puntuales que van desde el trasplante de médula ósea hasta las terapias de reemplazo enzimático.

El angioedema hereditario, una EPF crónica con potencial riesgo de vida

El angioedema hereditario (AEH) es una enfermedad, dentro de las pocas frecuentes, de causa genética, en la cual el organismo no sintetiza una proteína reguladora del sistema del complemento, cuyo nombre es C1 inhibidor. Esto produce liberación de otra sustancia, la bradiquinina, que causa los angioedemas. Se manifiesta con repetitivos edemas que pueden ser severos en vías aéreas superiores, órganos internos, manos, rostro y pies.

«El AEH tiene la particularidad de presentarse con episodios agudos en distintas localizaciones del cuerpo; es particularmente grave cuando se manifiesta en la glotis porque hay riesgo de vida de producirse asfixia si no se actúa a tiempo», refirió la doctora Marta Villaverde, médica neonatóloga y especialista en medicina familiar.

Si bien no hay tratamientos definitivos, especificó Villaverde, «actualmente contamos con terapias de reemplazo de administración endovenosa, y otra que bloquea la enzima que desencadena la crisis y es de administración subcutánea. Éstas mejoraron la calidad de vida del paciente y su familia. Por eso es tan importante la difusión y el conocimiento médico sobre ésta y otras EPF«.

«Desde la Fundación Enhué tenemos como misión promover la mejora de la calidad de vida de todas aquellas personas que conviven con una enfermedad poco frecuente. Por eso brindamos espacios de actualización en diversas patologías y de contención e intercambio con otras familias que pasan por lo mismo», manifestó Agustina Bugnard.

En el caso de estas cuatro enfermedades y en todas aquellas para las que existe una respuesta terapéutica se debe trabajar incansablemente «para que nadie reciba su diagnóstico tardía o erróneamente, porque sólo así podrán alcanzarse el pronóstico más favorable y la mejor calidad de vida«, concluyó la directora ejecutiva de Enhué.

Un análisis de sangre en el embarazo detecta unas 500 EPF

Las anomalías congénitas son todas las alteraciones morfológicas o funcionales, con origen prenatal y presentes desde el nacimiento, aun cuando se detecten más tardíamente en el ciclo de vida. Las causas de las anomalías congénitas son múltiples y de diversa naturaleza: incluyen alteraciones en el material genético; la exposición prenatal a factores ambientales capaces de producir malformaciones; o el efecto multifactorial de genes predisponentes que se expresan ante la presencia de factores ambientales desencadenantes. Sin embargo, un 50% de las anomalías congénitas aún son de causa desconocida.

El test de compatibilidad genética (CGT por sus siglas en inglés Compatibility Genetic Test) se comenzó a implementar en 2014 en el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) de España y ese mismo año llegó a IVI Buenos Aires, Panamá, México y Salvador de Bahía en 2014. «El CGT es un análisis de ADN que se realiza a partir de una muestra de sangre de la pareja con el objetivo de identificar un tipo concreto de enfermedades genéticas, las monogénicas», explicó el doctor Fernando Neuspiller, director de IVI Buenos Aires.

IVI lleva más de un año realizando tests que detectan EPF mediante un análisis de sangre. Entre ellos se encuentra el Test Nace Plus, un test prenatal no invasivo que, mediante la extracción de una muestra de sangre del brazo materno a partir de la semana 10 de embarazo, analiza el ADN fetal respecto al ADN materno para detectar determinadas anomalías, entre las que se encuentran el síndrome de Edwards y el síndrome de Patau, ambas consideradas EPF por la Federación Argentina de Enfermedades Poco Frecuentes (FADEPOF).

«Todos tenemos alrededor de 5 a 18 mutaciones recesivas severas que pueden causar una enfermedad genética. Nuestro objetivo con este test, que incluye un amplio rango de mutaciones que derivan en 600 enfermedades hereditarias, es reducir de forma significativa el riesgo de una pareja de tener descendencia con alguna enfermedad genética, de las cuales alrededor de 500 de las que detecta pueden ser poco frecuentes», refirió Neuspiller, quien detalló que «la pareja cuyo resultado dé positivo en un mismo gen tendrá la opción de recurrir al diagnóstico genético preimplantacional (DGP) antes de la implantación del embrión para conseguir que el bebé nazca libre de enfermedades».

«A pesar de tener a nuestra disponibilidad un análisis que ayuda a la prevención de las enfermedades poco frecuentes, al compararnos con el resto de las clínicas del grupo en Latinoamérica observamos que aún no es una práctica común en el país elegida por parejas antes de planificar su familia. Es importante tener presente que el CGT contribuye a reducir las alteraciones en los descendientes a 1 de cada 30.000 a 40.000 y su utilización ayuda a que los padres puedan tener un niño sano en casa», remarcó.