Perfil bajo, compromiso social y amor por Hughes, su pueblo.
Ignacio Scocco, mucho más que el goleador de River

Scocco lleva en la sangre el respeto por la siesta, la sobremesa de los asados, el interés por la política, la devoción por la virgen de Luján y el amor por el fútbol. (Foto: Julio Juarez)

 

Hay personas que pasan toda su vida buscando su lugar, ese lugar en el que se sientan radiantes, llenos de tranquilidad y felices. Y hay otras per- sonas que, estén donde estén, siempre sentirán que su lugar es en el que nacieron y crecieron. El personaje que juega con la camiseta de River y que maravilló a todos el sábado con dos verdaderos golazos (el segundo fue calificado como una “obra de arte” por Marcelo Gallardo) ante Olimpo se encuentra dentro del segundo grupo. Es que Ignacio Scocco vive en Buenos Aires, vivió en Rosario y también en Grecia e Inglaterra, pero su corazón siempre estará ligado a Hughes, una localidad al sur de Santa Fe de apenas 5 mil habitantes en la que nació, creció, conoció a su mujer y allí tiene a su familia y sus amistades. De ahí también tomó lo que lleva en la sangre: la tranquilidad, el respeto por la siesta, la sobremesa de los asados, el interés por la política, la devoción por la virgen de Luján, la pasión por el Turismo Carretera y el amor por el fútbol.

Un Scocco relajado, en el día libre del plantel, primero cuenta que “no sé si el segundo gol fue el más lindo de mi carrera. Hice uno parecido contra Deportivo Lara, cuando todavía estaba en Newell’s, por la Copa Libertadores 2013. Pero este sin duda está al menos entre los tres más lindos de toda mi carrera.

-(Se ríe) No, el mío fue lindo, pero lo que hizo Diego es incomparable. Sería una falta de respeto ponerme a esa altura.

-Ahora que pasaron dos días del partido, ¿qué recordás de esa jugada y del gol?

-Me llega la pelota, giro y cuando paso al primer rival se me empiezan a abrir los espacios también gracias a los movimientos de mis compañeros. Cuando llegué frente al arquero dudé porque pensé en definir o también en eludirlo a él. Por suerte la gambeta salió bien y pude empujar la pelota al arco. Mas allá de ser un lindo gol sirvió para darnos tranquilidad en el partido.

Tranquilidad. Esa que Scocco tiene en su Hughes, donde elige pasar sus vacaciones. En ese pueblo en el que también es presidente: tiene ese cargo en Hughes Fútbol Club.

-¿Cómo es eso de ser un futbolista profesional y al mismo tiempo ser el presidente de un club?

-Lo llevo bien. Y a la distancia hago lo que puedo. Yo me formé en ese club y jugué ahí hasta los 14 años, antes de irme a Newell’s. Hace poco armamos una Comisión con mis amigos de toda la vida, nos rodeamos de gente de experiencia y nos hicimos cargo del club.

Ignacio Scocco, mucho más que el goleador de River

El presidente Scocco. Asumió ese cargo en el Hughes Fútbol Club. (Foto Alejandro Guerrero)

-¿De quién fue la idea y cómo llegaste al cargo?

-Siempre les decía a mis amigos que había que había que involucrarse porque hay un solo club en el pueblo que genera una vida social y que es el Hughes Fútbol Club. Entonces, en la sobremesa con amigos después de los asados terminábamos hablando del club y yo les decía: “¿Por qué no nos metemos? Para ayudar”. Al principio no se entusiasmaron y después lo vieron como una buena posibilidad. Justo se iba la Comisión que estaba, armamos una lista integrada por gente amiga y hoy estamos representando al club.

-¿Sentís que es un compromiso social?

-Sí, sí. Porque hay entre 350 y 400 chicos y todo lo que hacemos en el pueblo es generar contención para que ellos traten de formarse no solamente en la escuela sino también en el club: que vayan de la escuela a la casa y al club; y eso tratamos de inculcárselo a ellos y a los padres. Hoy tenemos fútbol, hockey, patín, básquet y se está armando el pádel. Cuantas más disciplinas haya más chicos van a venir y menos tiempo van a estar en la calle.

-¿Eso hacías vos cuando eras chico?

-Sí, porque eso me inculcaron mis padres: el tratar de ir de la escuela a mi casa y de mi casa al club. Por eso no sólo tenemos que tratar de inculcárselo a los chicos sino también a los padres para que les ofrezcan esa posibilidad a los chicos de hacer el deporte que elijan y para tratar de alejarlos de la calle.

-Naturalizar una situación que parece de otra época.

-Sí, eso se perdió en las ciudades y en los pueblos también. Los chicos se vuelcan más por la televisión y la PlayStation, que obviamente es menos malo que estar en la calle mucho tiempo, pero tampoco está bueno abusar de la tecnología. Hay que tratar de que los chicos crezcan y se formen con la educación que brinda una escuela, con la de los padres en las casas y con la de los profesores y entrenadores en los clubes.

Ignacio Scocco, mucho más que el goleador de River

Compromiso social. Es presidente del club de su pueblo y ayuda a unos 400 chicos. (Foto Julio Juarez)

-¿Buscás replicar ese modelo en tu casa?

-Sí, tengo dos hijos. Ellos hacen doble escolaridad en la escuela, pasan mucho tiempo ahí pero a la vez tratamos con mi mujer de que disfruten haciendo lo que les gusta, no obligándolos a que hagan una disciplina deportiva pero si haciéndolos jugar en el patio de nuestra casa, en la vereda. Después, si les gusta hacer un deporte, bienvenido sea.

-¿Ya juegan a la pelota?

-El más chico sí, juega el fútbol, y el más grande se divierte con otras cosas. No le gusta tanto el fútbol y tampoco se lo exijo. Le gusta pintar.

-¿Te ves en el futuro, cuando te retires, como dirigente en el fútbol profesional?

-No; por lo pronto lo que más me gusta es la formación de los chicos.

Ignacio Scocco, mucho más que el goleador de River

En la piel. Los tatuajes de Ignacio Scocco. (Foto Julio Juarez)

-¿Cómo es la vida en Hughes?

-Es una vida como en cualquier otro pueblo: muy tranquila. A veces me dicen: “¿No te aburrís en el pueblo? Siempre lo mismo”. Y yo les respondo que eso es lo que a mí me divierte y lo que me gusta. Tengo a mi familia y a mis amigos ahí, así que cuando voy al pueblo lo disfruto mucho aunque sea por unas vacaciones.

-¿Preferís en las vacaciones refugiarte en el pueblo?

-Sí, me gusta el pueblo. También es lindo ir a oto lado con la familia, pasear por distintos lugares, relajarse, pero el pueblo es mi cable a tierra. En Hughes la gente me conoce y me trata como a uno más.

-¿Seguís respetando la siesta?

-Cuando estoy en Hughes, sí. Pero en Buenos Aires no la respeto como en el pueblo. Sí hago la siesta porque es fundamental para mi trabajo. Para recuperarme de un entrenamiento es necesaria. Obviamente prefiero disfrutar el día, ir a la pileta, tomar sol, pero la siesta es fundamental para estar descansado.

Ignacio Scocco, mucho más que el goleador de River

Sus amigos. «Es una banda de entre 15 y 20 chicos que nos conocemos desde los 5 años». (Foto Alejandro Guerrero)

-Mencionaste a tus amigos. ¿Qué parte ocupan en tu vida?

-Son una parte importante. Es una banda de entre 15 y 20 chicos que nos conocemos desde los 5 años y siempre estamos juntos, comiendo asados y compartiendo sobremesas. Hablamos de fútbol, de política, de todo. Siempre les voy a estar agradecido a ellos y también a mi familia porque fueron importantes para que lograra lo que logré. Cuando estaba en las inferiores de Newell’s mi familia me iba a buscar los fines de semana para que volviera a Hughes para poder estar cerca de ellos y también de mis amigos. Cuando tenía un cumpleaños de 15, por ejemplo, para no perderme mi viejo me iba a buscar para ir al pueblo y al otro día a la mañana me volvía a llevar a Rosario. Y siempre algún amigo se prendía en el viaje.

-¿Fue difícil ese cambio de Hughes a vivir en la pensión de Newell’s en Rosario?

-Sí. No fue fácil irme de mi casa a los 14 años y sin mi familia y mis amigos no sé qué hubiese pasado, si hubiera aguantado. Soy creyente y le pedí mucho a la virgen de Luján para que me ayudara. Pero me costó pasar de Hughes a Rosario. Hasta me molestaban los ruidos porque era un cambio grande. Me acuerdo que me sentaba en una mesita de la pensión a ver si pasaba alguien de Hughes por la calle. Cuando de casualidad lo veía me sentía cerca del pueblo y lo disfrutaba. Y eso me pasaba porque extrañaba mi lugar.